Desconocerse para conocerse mediante la escritura
Y a veces, al escribir, limpiamos todo, como si de ese modo avanzáramos hacia algún lado.
Alejandro Zambra
La obra literaria de Julio Cortázar se conforma, entre otros, de muchas piezas literarias escritas y publicadas durante la dictadura argentina. Una dictadura militar caracterizada por la represión, persecución y desapariciones múltiples. La literatura del autor se entiende como una forma de protesta pacífica no tan pacífica. Siendo quizás la literatura el método más certero de llegar al hombre oprimido. Mediante esta forma de expresión, se abren planos sentimentales que resultaban inexistentes: Se logra una reconstrucción de sentimientos de los cuales no se tenía noción de tener y se abarcan experiencias que sin ser contadas desde el yo somos todos nosotros, oprimidos de nuestro propio sistema.
La forma de Cortazar de retratar la realidad argentina no busca incomodar al lector, ni hacer que se sienta intimidado frente a una realidad. Por el contrario, apela a llenar los espacios que se daban por perdidos y resultaban vacíos, entregando una suerte de complicidad entre los protagonistas -sus realidades tan detalladamente descritas- y el lector.
La opresión se combate a través de la escritura, y es entonces que Cortázar inicia su guerrilla al escribir. El lugar en que se consagra a la escritura se le otorga al arte en Graffiti: un cuento que relata la necesidad de una mujer de hallar a alguien que la comprenda, que sufra su misma realidad y la ayude a sentir que no combate sola. Se dedica a hacer graffitis en la ciudad, los cuales sobreviven hasta que son inevitablemente borrados. Su arte callejero es, en realidad, más que solo arte, la forma de querer encontrar el compañerismo en un mundo donde tiene que librar la lucha contra la represión política de la dictadura argentina. Esta mujer encontraba en el arte un espacio donde, como bien dice el narrador, “casi cabía la esperanza”. Cuando siente que alguien le responde y que comparte las mismas aspiraciones en esa sociedad ya dada por vencida, es que sabe que hay un objetivo en común, algo así como una pasión que haga valioso vivir y por la que valga la pena hacer graffitis. Es precisamente este el objetivo de la misma literatura: Consagrar la lucha y manifestar un discurso común, tanto en la escritura del cuento como en la trama del mismo; La necesidad de oponerse, rebelarse y vencer.
En realidad, escribir Graffiti es, al igual que el mismo acto de graffitear una muralla, una manera de intentar progresar y batallar la realidad del día a día. La escritura es el proceso por el cual nos separamos levemente de nosotros mismos hasta encontrar un plano nuevo. Nos desconocemos para conocernos. Parte de escribir es hallar lo más recóndito del individuo y plasmarlo, soltarlo. Retratar una realidad es evidenciarla y desmitificarla, comprenderla desde un otro y difundirla como método de búsqueda de nuevos compañeros y abrir la cabeza de quien tenemos al lado. Para esto, debemos alejarnos de nosotros y escribir desde una distancia que permita mostrar de forma acertada la crisis, para luego encontrarnos frente a ella y sincerarnos en la plena luz de nuestra verdad. Cuando el autor escribe Graffiti este no es más que la protagonista buscando un cómplice en el lector como ella lo hizo en otro artista. Se escribe desde la propia experiencia y más que nada desde la literatura como una necesidad.
La idea de la literatura como una necesidad se vuelve evidente cuando tenemos algo que limpiar y de lo que salir. Para Cortazar una dictadura que combatir y, traido a nuestra contemporaneidad, para nosotros una realidad política, social o la ineludible sentimentalidad, lugares de donde queremos escapar o que necesitamos limpiar. Comprender la existencia mediante la literatura es la forma más verídica de hacerlo. Sin ser nuestro plano real es aquel en que somos genuinamente libres y no categorizados. El autor argentino de los 70 deja de ser un oprimido más y es la voz de una generación o sociedad. La artista que busca compañía no es alguien que raya una pared, toma su posición de opositora al sufrimiento. Nosotros mismos dejamos de ubicarnos en una categoría inexorable y aterrizamos en la que nos pertenece: Nos conocemos.
Es así como la literatura de Cortázar es una forma de metaficción para limpiar sin olvidar,avanzar hacía algún lado.
Emilia Bahrs
Excelente comentario Emilia, me encanta tu reflexión sobre lo que es la escritura...y su magia, esa que en distintos momentos de nuestra vida, nos salva. Muy interesante la relación que estableces entre Cortázar escritor y la protagonista grafittera.
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