miércoles, 23 de septiembre de 2020

Despersonificación de un títere del estado

 

“Muchas personas cuando pisan a una cucaracha ni siquiera se dan vuelta a mirar porque no es un igual”[1].

La historia nos ha enseñado que hay momentos en los que ya no somos parte de una misma raza, donde cómo nos vemos, lo que vestimos o incluso lo que pensamos determinan nuestro valor y nuestro destino. Donde, tal como en las películas, hay buenos y malos, y probablemente todos terminarán haciendo algo que se prometieron nunca hacer, sólo para lograr su objetivo. Esto lo podemos ver por ejemplo en las dictaduras que hubo en toda Latinoamérica en los años 70, donde el monstruo que cada uno lleva dentro se camuflaba detrás de la forma de autoridad y de un uniforme escondiendo las cenizas de una persona que antes se encontraba allí. De acuerdo con Immanuel Kant, una persona se caracteriza por poseer tres características claves: ser un agente racional, moral y digno[2]. Es a partir de esta premisa que se plantea la siguiente pregunta: ¿Es el torturador una persona?, teniendo como ejemplo de torturador al personaje Capitán de la obra Pedro y el Capitán de Mario Benedetti.

Se puede entender como ser racional aquel humano que tiene la capacidad de pensar, reflexionar y actuar bajo ciertos conceptos que le permitirían conseguir un objetivo. Si analizamos el ejemplo del Capitán, se puede observar a un humano que se encuentra bajo control la mayoría del tiempo. Un hombre con estrategias para cada ocasión y que normalmente consigue lo que quiere. Al momento de conocer a Pedro, se da a conocer la versión más rota del Capitán, la versión más pasional y no tan intelectual, entendiendo esto como aquella parte de él que actúa y luego piensa.

“El Capitán se levanta de un salto, perdida toda compostura, y le da a Pedro un puñetazo en la boca.

-Pedro: Menos mal que usted es el bueno

-Capitán: todo tiene su límite”[3]

Si esto se lleva a los hechos reales, se puede ver una similitud con el comportamiento de los humanos al encontrarse en momentos donde se ven amenazados o bajo presión.

La segunda característica importante que se debe destacar al momento de definir si un humano se puede clasificar como persona, es su capacidad como agente moral. Esto hace referencia a aquel que puede discernir el bien del mal y hacerse responsable por sus propias acciones[4]. Un torturador es, como todo agente del estado, un empleado (que debe hacer acciones más extremas que uno normal), al cual le dicen lo que debe hacer, por lo que se podría concluir que no es responsable de sus acciones. De todas formas, debería ser capaz de juzgar sus acciones y advertir lo que hace daño a los demás y lo que no. El experimento Milgram se basa en simular una tortura, de forma que alguien aprenda. Se le pidió a gente en la calle que realizaran la tarea de castigar y se obtuvo que la mayoría pasaba el límite recomendado “porque era una tarea que había que hacer”[5]. Esto demuestra la capacidad de un humano de perder su capacidad de discernir entre lo que es y no es socialmente aceptado, de forma que se consiga un objetivo impuesto por una autoridad. Lo anterior se evidencia en Pedro y el Capitán en la cuarta parte, donde se refleja la parte más personificada del Capitán y se nos explican los motivos que él tiene para hacer lo que hace, a pesar de que sus acciones son crueles.

“-Capitán: Si usted muere sin nombrar un solo dato, para mí es la derrota total (…) Si en cambio dice algo, (…) ya mi crueldad no será gratuita, puesto que cumple su objetivo.”[6]   

El filósofo Immanuel Kant indica que, a partir de la capacidad racional y moral de una persona se despliega un tercer concepto que tiene que ver con la dignidad de ella, lo cual implica que no puede ser utilizado por otro como medio para obtener un fin. Teniendo en cuenta esta premisa, se podría interpretar la posición del torturador con respecto al estado como la de un títere, donde éste utiliza al primero con el objetivo de obtener información y/o erradicar ideas contrarias a lo que se quiere promover. En la obra de Benedetti se presenta claramente esta problemática, cuando Pedro le pide explicaciones de su actuar al Capitán y el se da cuenta del sádico trayecto no intencional que ha recorrido hasta ese momento, llevándolo a incluso, a perder su persona.

“Capitán: (..) No sé si me entiende: aquí yo no le estoy pidiendo una información para salvar al régimen, sino un dato para salvarme yo, o mejor dicho para salvar un poco de mí”[7]

¿Es el torturador una persona? Se podría decir que no lo es, al no seguir los principales conceptos de la ética kantiana. Tal como muestra Benedetti en su obra Pedro y el Capitán, el torturador, que en este caso es el Capitán, pasa por un proceso de despersonificación, el cual implicaría la pérdida de su persona, convirtiéndolo en una especie de títere humano controlado por el estado. Se puede dar cuenta de esto, al notar que el torturador deja de racionalizar sus actos y sólo sigue órdenes, sin importar si lo que hace produce daño a otros, e inclusive a sí mismo. A veces este control puede además llevarlo a perder la cordura y a actuar sin pensar, perdiendo así la totalidad de su persona.

Pía Ignacia Encina C.


   

 

  

    

 



[1] Passig, P. (2004, 5 diciembre). Cómo se forma un torturador. El Mercurio de Valparaíso. https://www.mercuriovalpo.cl/prontus4_noticias/site/artic/20041205/pags/20041205035955.html

 

[2] Gutmann, T. (s. f.). Dignidad y autonomía. Reflexiones sobre la tradición kantiana. Redalyc. Recuperado 23 de septiembre de 2020, de https://www.redalyc.org/jatsRepo/3798/379859422011/html/index.html#fn2

 

[3] Benedetti, M. (1979). Pedro Y El Capitan (P.40) [Libro electrónico]. Alianza. http://www.nerudavive.cl/descargas/mario_benedetti/pedro_y_el_capitan.pdf

[5] Passig, P. (2004, 5 diciembre). Cómo se forma un torturador. El Mercurio de Valparaíso. https://www.mercuriovalpo.cl/prontus4_noticias/site/artic/20041205/pags/20041205035955.html

 

[6] Benedetti, M. (1979). Pedro Y El Capitán (pág. 87) [Libro electrónico]. http://www.nerudavive.cl/descargas/mario_benedetti/pedro_y_el_capitan.pdf

 

[7] Benedetti, M. (1979). Pedro Y El Capitan (P.88) [Libro electrónico]. http://www.nerudavive.cl/descargas/mario_benedetti/pedro_y_el_capitan.pdf

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