La muerte, martirio y consuelo para
dos
¿Cada vez que alguien piensa en la muerte sentirá el mismo escalofrío
a lo largo de la columna? Este es de esos temas que atormentan a la humanidad
desde que sabemos que existe y es complicado de hablarlo en casi cualquier contexto.
La muerte es el fin de nuestras oportunidades, sentimientos y tiempo. Le
tememos, la evitamos hasta el punto de poder ser corrompidos totalmente por el
hecho de no morir. ¿En qué situación alguna persona preferiría eso antes que
seguir? O aún más, ¿en qué situación podría tranquilizarte el hecho de que vas
a morir? Claramente estos son dilemas, situaciones sin una decisión totalmente
buena. Uno de los escenarios que se me ocurren para esto es al momento de ser
torturado, que suele ser la típica respuesta a “¿qué será peor que la muerte?” Escenario
que es muy bien abordado por Mario Benedetti en su obra Pedro y el Capitán.
Sin embargo, creo que este tipo de situaciones crea un dilema que es compartido
tanto por el torturador como por el torturado, junto con el miedo y la tranquilidad
de morir.
La posición del torturado
es algo más fácil de imaginar, pero no por ello menos cruda. El miedo surge al
momento de tener a alguien en total control de tu situación y dispuesto a hacerte
sufrir de cualquier manera posible para conseguir algo de información de ti. Temer
a morir es lo que ha llevado a tanta gente a confesar y revelar información,
temer que tu vida no vuelva a ser la misma, temer no volver a ver a tus seres
queridos y que sus amenazas se hagan realidad es más que suficiente para que
una persona se quiebre y quiera hablar. Sin embargo, ¿después qué, te dejarán
tranquilo? ¿Volverás a tu vida normal sabiendo que estás ahí gracias a la
muerte de otros? ¿Qué valoras más, tu vida o la de tus seres queridos? Bajo esta
presión, estrés y sufrimiento es en el que se genera el claro dilema de vivir a
costa de confesar y todas sus implicaciones o sufrir hasta morir por tus seres
queridos y valores. Un escenario que nos plantea muy bien Benedetti en su obra Pedro
y el Capitán, donde su personaje principal finalmente, frente a este dilema,
decide morir. “No es teatro capitán. Estoy muerto. No sabe qué tranquilidad me
vino cuando supe que estaba muerto. Por eso ahora no me importa que me apliquen
electricidad, o me sumerjan en la mierda, o me tengan de plantón, o me
revienten los huevos. No me importa porque estoy muerto y eso da una gran
serenidad, y hasta una gran alegría. ¿No ve que estoy contento?”
Por el otro lado de la vereda tenemos al torturador. Esta es
otra persona que, por motivos diferentes, ha sido llevada a su límite. Estas personas
viven de la muerte y no precisamente de la suya. Dentro de la sala están en total
control de la situación y de la muerte de la otra persona. No le tiene miedo
porque sabe que la domina y usa eso a su favor. Sabe que amenazar contra la
vida de la otra persona lo llevará al límite y esto lo tranquiliza. Viéndolo de
esta manera, la relación del torturador con la muerte podría tomar el camino
opuesto al del torturado e incluso más largo. En un principio él trabaja con ella,
la usa para amenazar, quiere derrotar a su enemigo y usa a la muerte como una
aliada para ello. ¿De dónde surge el miedo para el torturador entonces? Este
comienza a aparecer cuando sale de la sala de tortura. Ya no es él el que está
en control de la situación, sino que su familia y sus superiores al decidir qué
piensan de él o qué hacer con él y su familia. Es en este momento cuando le invaden
las mismas preguntas al torturador. ¿Después qué, te dejarán tranquilo? ¿Volverás
a tu vida normal sabiendo que estás ahí gracias a la muerte de otros? ¿Qué
valoras más, tu vida o la de tus seres queridos? Cuando esto ocurre empieza el
miedo en la muerte, pero en la muerte prematura del torturado sin dejarlo
cumplir su objetivo de obtener información, como nos deja ver Benedetti. “Pedro,
usted ya está muerto y yo también. (…) ya no hay posible retroceso. Estoy entrampado.
Si yo le dijera que no puedo abandonar esto (…). Si no lo dejo es porque tengo miedo.
Pueden hacer conmigo lo mismo que (…) hacemos con usted.”
Para concluir, podríamos decir que la muerte juega un rol
fundamental dentro del contexto de la tortura. Sirve como motor de los dilemas
que se les presentan al torturador y al torturado además de tranquilizar y
martirizar a ambos, a pesar de que pasen por caminos realmente diferentes.
José González
Bibliografía
Benedetti, M. (s.f.). Pedro y el Capitán. Buenos
Aires: Ediciones la Cueva.
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