jueves, 15 de octubre de 2020

Cómo combatir la pobreza en dictadura.

 Hoy (junio de 1984), aproximadamente un millón 300 mil compatriotas se encuentran sin trabajo. Cada uno de ellos, en la gran mayoría de los casos, son jefes de familia y tienen la responsabilidad de velar por su mujer y sus hijos. Pero ¿cómo proporcionarles el sustento diario si el país en que habitan les niega la posibilidad de hacerlo?, ¿qué explicación pueden darle a sus hijos cuando éstos les piden comida y no hay?, ¿cómo educarlos?, ¿con qué vestirlos?, ¿cómo protegerlos del frío?, ¿a quién recurrir", ¿qué hacer?

Para los que le siguen inmediatamente en la escala social, la situación no es muy diferente. Son varios los millones de chilenos que ganan dos, cuatro, seis u ocho mil pesos mensuales y que deben mantener una familia de tres, cuatro o cinco personas.

Aunque no hay estadísticas que lo digan, no son menos de cinco millones de ciudadanos los que en la actualidad enfrentan serias dificultades para alimentarse, pasan hambre o están al filo de ella.

Un niño requiere a lo menos de dos tazas de leche al día, 300 gramos de carne a la semana y pescado cuatro veces al mes. Eso es lo mínimo. De no proporcionárselo, el menor comenzará lentamente a consumirse. Primero adelgazará, luego se tornará abúlico y ensimismado. Posteriormente enfrentará una anemia que empezará a agudizarse. Se tornará propenso a las enfermedades y comenzará a sufrir daños irreversibles que afectarán su cuerpo y su mente.

Los testimonios de las madres pobladoras son dramáticos. Muchos aún se niegan a reconocer que sean ciertos, obnubilados por la propaganda del régimen. "Hoy vamos bien y mañana mejor". ¿Quiénes son los que van bien? ¿A quiénes les irá mañana mejor? .

¿Tierna infancia?

En 1974, el Instituto de Economía de la Universidad Católica de Chile conjuntamente con ODEPLAN elaboraron la primera parte de lo que se llamó "Mapa de la Extrema Pobreza".  En él, a partir del XIV Censo Nacional de Población y 111 de Vivienda, efectuado en 1970, se llegó a importantes conclusiones. De las 8.870.000 personas censadas se comprobó que 1.916.000 podían ser clasificadas en extrema pobreza, o sea poco más del 21% de la población. De ese total, 1.300.000 vivían en el área urbana y 616.000 en el sector rural. Alrededor de 1.110.000 se concentraban en las provincias de Coquimbo, Valparaíso, Santiago, Concepción y Cautín.

Gente derrotada

La doctora María Eugenia Radrigán, pediatra del hospital Roberto del Río y docente de la U. de Chile, considera que el problema de la desnutrición no es sólo médico. Cree que no se puede hacer política de salud entre gente de extrema pobreza que se siente derrotada y que no tiene ninguna esperanza de salir de la situación en que se encuentra. Asegura, además, que todos los diagnósticos de desnutrición debieran ser hechos por médicos y no por auxiliares como se practica actualmente en los consultorios y policlínicos dependientes del Ministerio de Salud.

Refiriéndose a los índices de desnutrición, mortalidad o morbilidad infantil, manifiesta que "no se procede correctamente al elaborarlos con cifras aleatorias. EI Ministerio debiera preocuparse de los sectores de extrema pobreza pues allí radican las dificultades. Si se determinasen los índices existentes en los sectores poblacionales más deprimidos es seguro que estos presentarían porcentajes muy superiores a los exhibidos. La desnutrición infantil no se soluciona atendiendo a los menores enfermos sino que eliminando las causas de ésta y la única forma es mejorar el nivel de vida de sus padres".

A partir de los primeros años de la dictadura se redujo drásticamente el valor real de los salarios. En 1981, cuando los sueldos recuperaban el poder adquisitivo que habían tenido en 1970, los conductores económicos no encontraron mejor receta para combatir la recesión que volverlos a reducir.

En 1982, cuando los grupos más afectados por el modelo económico desarrollaban serios esfuerzos para poder alimentarse, el Gobierno decidió alterar la política cambiaria y los precios de los alimentos básicos como el pan y la leche se dispararon abruptamente.

En 1978, según cálculos efectuados por el Programa a de Economía del Trabajo (PET) de la Academia de Humanismo Cristiano, el 58,7% de la población no alcanzaba a consumir las calorías mínimas necesarias para un desarrollo físico y mental normal. El régimen militar, no obstante las voces de alerta dadas a poco andar el modelo económico neoliberal, se hizo ciego y sordo. Habló exclusivamente para destacar los "logros nunca vistos en el país", y el "cada vez mejor nivel de vida de los chilenos".

Se culpó a los regímenes anteriores de todos y cada uno de los males presentes en el territorio. La soberbia de las autoridades militares y civiles, respaldada por la fuerza de las armas, pudo más que las advertencias hechas por amplios sectores de la ciudadanía,

Hoy, cuando decrece la arrogancia y sólo algunos mantienen la tozudez, el país está casi completamente postrado. No obstante ello, aún se recurre al manejo de las estadísticas para tratar de demostrar lo indemostrable, Ya nadie ignora que el 20% de la población de más altos ingresos ha distorsionado gravemente los índices de consumo alimentario respecto a los otros sectores, y muy especialmente el relacionado al 30% de la población de menores ingresos,

Pareciera necesario preguntarse entonces si el régimen militar siguió la tarea emprendida por los gobiernos que le antecedieron y que, pese a tener grandes diferencias entre ellos, se ciñeron siempre al interés de los grupos mayoritarios de la población.

Si los militares no han beneficiado a los estratos más modestos, ¿quiénes son los favorecidos?

Vicente Ruiz




















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