Lemebel no es autocompasivo ni dramático a la hora de denunciar las infinitas injusticias de este país, las que él vivió en carne propia por pertenecer a las más afectadas de las minorías. Su denuncia social tiene un estilo poético que adopta a la vez un lenguaje cotidiano de la periferia de Santiago. Así logra una estética burlesa e irónica que visibiliza
las realidades marginalizadas. No sólo el contenido de los textos de Lemebel denuncian los problemas sociales y políticos de Chile, pues este lenguaje también. La voz ventrílocua y la lengua marucha, al combinar un lenguaje vulgar con uno poético, irrumpen en el espacio de la literatura más tradicional, ocupándolo con una que alude a las minorías y a las realidades marginalizadas.
Estas características se ven tanto en Tengo miedo torero como en Zanjón de la Aguada. La primera corresponde a la única novela del autor, la cual trata una historia de amor de un chico del Frente Patriótico Manuel Rodríguez con un homosexual. Por otro lado, Zanjón de la Aguada es un libro de crónicas, que, a partir de situaciones cotidianas e históricas de Chile, realiza una crítica social.
“Aunque alguna vieja pirula diga que cómo permiten a esa tribu pioja que convierte el relamido Forestal en una fonda cebolla. A pesar de estos remilgos, la bandada popular retoza sin vergüenza en el paseo público. (…) Resulta oxigenante complicitarse con el chapuzón proleta (…), donde calzoncillos y trajes de baños desteñidos, alegran la rigidez del conjunto escultórico. Mientras tanto sigue el calor, y el sol es la brasa espumante que aletarga el veraneo sin mar del oleaje callampa y capitalino.” (Lemebel, 2003) Así relata el autor una escena de verano en Santiago en su crónica Veraneo en la capital (o la gota gorda del sudor del capitalismo). Aquí reinan la burla y la ternura. El lector o la lectora se hace una imagen muy caricaturizada de la en la cabeza, mientras que las últimas oraciones muestran la ternura que siente el narrador por esta escena. Con esta imagen de la vieja pirula mirando despectivamente a las personas que se bañan en la pileta, hace alusión a cómo es mirada en Chile la clase baja. Los dos puntos que vemos acá tienen en común el tono burlesco; fonda cebolla, chapuzón proleta, oleaje callampa y capitalino son algunos de los ejemplos que demuestran esta creación por parte de Lemebel de un lenguaje propio que evidencia la marginalidad mientras que le da un toque irónico a dicho fragmento.
“No le ofrezco el cielo, porque sé que los ángeles se aburren. (…) Tal vez, en esta carta, podamos imaginar un sitio digno donde respirar libertad, justicia y oportunidades sin besarle el culo a nadie. Quizás, soñar otro país (…) Un hermoso país, como una inmensa sábana de sexo tierno que también sirva para secarle a usted su sudor de mochilero patiperro. ¿Qué me dice? Nos embarcamos en el sueño.” (Lemebel, 2001) Así finaliza Lemebel su crónica Carta a la dulce juventud, donde habla del importante rol que cumplen los y las jóvenes en los movimientos sociales. Podemos ver aquí también la conjugación de esperanza y ternura con un toque sarcástico y hasta provocador: la imagen del o la estudiante limpiándose la cara con una sábana de sexo tierno puede parecer un poco vulgar. Podemos ver aquí entonces, que si bien se hace una crítica por la forma en que viven los y las estudiantes en Chile, esta tiene un dejo cómico muy importante.
En la siguiente cita vemos una explicación de estos elementos que vimos recién, pero ahora situado en Tengo miedo torero "Tomo prestada una voz, hago ventriloquía con esos personajes. Pero también soy yo: soy pobre, homosexual, tengo un devenir mujer y lo dejo transitar en mi escritura. Le doy el espacio que le niega la sociedad, sobre todo a los personajes más estigmatizados de la homosexualidad, como los travestis.” (Lemebel, citado por López, Berta). Lemebel utiliza palabras del Santiago perférico para referirse a los homosexuales, las cuales demuestran el desprecio hacia ellos: cola, colisa, marica y/o maricón (López, 2005) "...donde estiraban sus huesos las contadas amigas maricas que visitaban la casa (...) diciendo que los chiquillos no querían conocer más colas (Lemebel 2002:13)" Posteriormente, podemos ver que a partir de estas determinaciones despectivas él crea otras palabras: marifrunci, coliflor, mariflor, etc. Es decir, se adueña de un lenguaje originalmente despectivo, atribuyéndole un significado distinto: uno poético.
A través de sus relatos y sus particulares formas de narrar, Lemebel nos muestra historias excluídas de la historia oficial. La marginalidad nunca ha estado incluida en esta y sus obras nos permiten conocer historias que – ficticias o no – dan cuenta de una realidad reprimida, que es muy distinta que aquella que encontramos en los libros de historia.
Valeria Mery
Bibliografía
Lemebel, P. (2003). Zanjón de la Aguada (p. 195-196)
López, B. (2005). Tengo miedo torero, de Pedro Lemebel: ruptura y testimonio
Lemebel, P. (2001). Tengo miedo torero
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