En la globalidad de las novelas ficticias, se comprende que el autor siempre deja una huella de su experiencia personal en estas. Más allá del afán de querer contar su propia historia, existe una forma de escribir y describir que destacan los distintos enfoques del autor en la novela. En el caso de “Tengo miedo torero”, estos son cruciales. Una novela envuelta en un paño rojo de sangre, manchada por una dictadura en curso y su cataclismo. Así se presenta “Tengo miedo torero”, de Pedro Lemebel.
Tras años de represión, tanto política como cultural e intelectual, sale a la luz la primera novela del poeta Pedro Lemebel. Una obra que tiene la particularidad de seducir mediante el lenguaje. “Así, separados por bastidores de humo, del fumar y fumar chupando la vigilia, ella tejía la espera, hilvanaba trazos de memoria, pequeños recuerdos fugaces en el acento marifrunci de su voz”. (Lemebel, 2001, pág. 14) Un lenguaje que mezcla lo coloquial con lo serio, con un sabor a poesía, bajo un contexto de represión y soledad que no dejan de generar una frialdad en el relato, que contrasta la intimidad del lenguaje empleado. Es sumamente interesante, analizar el papel que cumplen las distintas voces en la lectura. El narrador, la loca del frente, el homosexual y el dictador. Lemebel cumple con lograr encontrar la forma de que estas se mezclen y narren una sola historia, pero también, que las distintas voces tengan su protagonismo por separado. A su vez, el autor decide añadir fragmentos de poesía, noticias radiales del momento y versos de cuplé español tradicional. La capacidad de juntar tradicionalismo, represión, miedo, ternura y revolución en un relato generan una atmósfera para el lector difícil de comparar con otros relatos. De esta forma, se evidencia el poder testimonial que tiene la novela. Cuenta la historia de un travesti enamorado de un comunista en plena dictadura de Pinochet. Esta historia se complementa con un par de narraciones sobre Pinochet y su mujer. Confesar, esconder, maquillar y evidenciar. Así es, como “Tengo miedo torero” saca a flote de la opinión pública y la esfera intelectual un relato que termina siendo un diario de confesiones y fantasías, pero a su vez, una fuerte pieza de evidencia sobre la discriminación, violencia y represión en la década de los ochenta y noventa, principalmente. “¿te acuerdas de aquella pareja del sombrero amarillo, cuando veníamos? Eran homosexuales mujer, dos homosexuales. Dos degenerados tomando el sol en mi camino. Como si no bastara con los comunistas, ahora son los homosexuales […]”. (Lemebel, 2001, pág. 48). Así se evidencia en esta novela el inmediato rechazo que se daba comúnmente en Chile hacia ciertos grupos y minorías. El insertar fragmentos de noticias de la radio cooperativa, es una forma de complementar esta narración ficticia, con un contexto objetivo y real que matiza el formato testimonial de esta.
“Sergio Campos da lectura a las noticias: el autodenominado Frente Patriótico Manuel Rodríguez se adjudicó el corte de energía que dejó sin luz a la Región Metropolitana” (Lemebel, 2001, pág. 27).
“Cooperativa, la radio de la mayoría. Manola Robles informa: un comunicado del Ministerio del Interior señala que, en el allanamiento efectuado hoy por servicios de seguridad en varias poblaciones, se han incautado armas de pesado calibre y numeroso material impreso llamando a la rebelión, perteneciente al llamado Frente Patriótico Manuel Rodríguez”. (Lemebel, 2001, pág. 37). Con estos fragmentos del libro, se puede comprender fácilmente la tendencia política que representaban los medios de comunicación del momento y el factor testimonial que estos representan dentro de la novela. Parte de lo que destaca de “Tengo miedo, torero” es el carácter testimonial que este nos deja. No como otras novelas y relatos acerca de la dictadura, este tiende a parecerse más a una fábula que a un texto crítico sobre las atrocidades del régimen. La tendencia a querer dejar una moraleja, sobre lo que es ser homosexual y travesti en pleno régimen dictatorial militar es lo que nos lleva a ver este relato, más bien como una fábula testimonial. Es una historia tierna, sobre el sufrido amor de dos homosexuales, pero esta también es trágica, porque estos no pueden estar juntos. Decepciones, penas y rabias, pero a la vez, la novela nos cuenta una historia desde la locura del personaje, que tiene miedo, pero también curiosidad a lo ajeno y peligroso, ansias de locura y mucha intensidad emocional. La loca es intensa y nostálgica, llena de amor y buscando ser amada siempre, haciendo locuras por todas partes, esquivando con sus intensas emociones lo dura que es su vida, lo trágica que es la dictadura y lo doloroso que es perder gente. La exposición de lo absolutamente ajeno a la realidad del país: El Sida, la homosexualidad, las minorías sexuales, el placer y la
"Tomo prestada una voz, hago ventriloquía con esos personajes. Pero también soy yo: soy pobre, homosexual, tengo un devenir mujer y lo dejo transitar en mi escritura. Le doy el espacio que le niega la sociedad, sobre todo a los personajes más estigmatizados de la homosexualidad, como los travestis”. (Lemebel). Así describe el autor su froma de narrar, no solo la novela, sino que su propia historia. Esta multiplicidad de voces que matiza la forma de dejar un testimonio, que humaniza la realidad de la Loca y contrarresta el dolor del Régimen. “Tengo miedo torero” es una novela llena de emociones que no deja de seducir mediante su lenguaje y trascender en el mundo de las novelas, y por sobre todo, de las novelas latinoamericanas post dictadura, gracias a su aire intenso, coloqial y testimonial que no asusta al lector llenándolo de datos, solo lo atrae mediante este porvenir del lenguaje entre poético y de monólogo.
Martina Roessler IV C
No hay comentarios:
Publicar un comentario