miércoles, 28 de octubre de 2020

Mi desprecio por la Literatura con índole ideológico

 Espero no ofender a nadie con esta nota, pero necesito expresar mi enojo con la sobrevaloración que existe hacia las opiniones políticas de escritores y artistas. En general sucede con la globalidad de artistas en los cuales se encuentran los escritores, los cuales son por mi y por muchos, considerados artistas. No voy a profundizar en eso, ya que no es relevante. 


En un país libre un escritor puede escribir lo que le dé la gana. Es libre de expresarse de la forma que quiera. En una dictadura o en una república en la cual se les censure no. Lo que significa que la persona que se atreva a rechazar esta censura se le considera una persona valiente por las personas que aprobamos la libertad de expresión. También se le considera valiente al escritor que va en contra de las ideas morales. Las cuales serían los valores de la sociedad.

 

La valentía de las personas surge cuando sus ideas son firmes y no tienen miedo de actuar, ya que saben y creen firmemente que están en lo correcto. Esto sucede en muchos ámbitos de la vida como los deportes. Un ejemplo sería el paracaidismo, donde los paracaidistas que se atreven a saltar son los más valientes. Esta valentía surge gracias a la mentalidad del paracaidista que está seguro de que todo saldrá bien.


Muchos lectores que leen las obras de tales escritores, que en su relato escriben ideas censurables por el gobierno, o ideas las cuales están en contra de los valores de la mayoría. Caracterizan a estos escritores como valientes, por lo que en consecuencia aseguran que lo que se encuentra en el texto fue escrito con toda honestidad y seguridad. Yo comparto este pensamiento y creo que la mayoría de los escritores están seguros de lo que escriben. Lo que no comparto es lo que genera en los lectores.  Esta credibilidad hacia el escritor genera una subjetividad en el lector abismal. La subjetividad que se genera es debido a la falta de comunicación que existe al momento de leer el texto. La explicación a esto es que al momento de leer, el lector no tiene la oportunidad de cuestionar al escritor de ningún modo, ya que es un texto y es inalterable. Por lo que el lector es obligado a adoptar la postura del escritor para poder comprender la narración. De esta forma comprendiendo y adaptando las ideas que tiene el autor. En consecuencia el lector termina tomando ideas desde una postura ficticia(no en todos los textos son ficticias) la cual no es la que él tenía desde un inicio, antes de empezar a leer donde él razonaba en base a la realidad.


Como decía antes, es el autor el que de un modo te obliga a optar su postura para comprender el texto, pero a mayor escala es el lector el que decide desde qué perspectiva analizar el texto. También es el lector quien decide si tomar en cuenta las ideas políticas o ideológicas de una narración la cual proponga una situación inventada. Como es en el caso de Pedro y el Capitán. Donde se da una situación inventada, la cual no niego que se pueda haber dado. Pero no es una situación la cual se pueda utilizar como fuente histórica de análisis. Y encuentro que muchas personas comunes las cuales no estudian la historia de la forma más objetiva posible, una de las formas en las que aprenden de tal es por medio de la literatura. Y si esta literatura está sesgada ideológicamente es muy fácil que adopten esa ideología gracias a los factores que expliqué anteriormente. 


Principalmente creo que la importancia de la opinión del autor es mayoritariamente culpa del lector, ya que es este el que debe juzgar las obras de los artistas. No son los artistas quienes deben juzgar su propio arte. 


Personalmente no creo que esto cambie hasta que la sociedad cambie y forme un juicio personal o se acabe el arte. Yo no quiero que se termine el arte a pesar de lo influyente que es sobre la sociedad. 


Adjunto un Poema de Rodrigo Lira en relación a la Dictadura.
No me deja adjuntar una foto por lo que lo escribo.
Vicente Ruiz


  para la galería imaginaria 



Que el verso sea como una ganzúa
Para entrar a robar de noche
Al diccionario    a la luz
De una linterna
               sorda como
Tapia
     Muro de los Lamentos
Lamidos
     Paredes de Oído!
     cae un Rocket        pasa un Mirage
     los ventanales quedaron temblando
Estamos en el siglo de las neuras y las siglas
                                  y las siglas
son los nervios, son los nervios
El vigor verdadero reside en el bolsillo
                                        es la chequera
El músculo se vende en paquetes por Correos
la ambición
           no descansa la poesía
                          está c
                               ol
                                 g
                                 an
                                  do
en la dirección de Bibliotecas Archivos y Museos en Artí
culos de lujo, de primera necesidad,
         oh, poetas! No cantéis
a las rosas, oh, dejadlas madurar y hacedlas
mermelada de mosqueta en el poema

































1 comentario:

  1. Querido Vicente, interesante lo que planteas y me gusta que expreses tu disconformidad con respecto a la valoración que puede haber de los artistas en general y de los escritores en particular. En ese sentido, podría agregar que siempre hay un pacto tácito entre lector y escritor donde los primeros estamos dispuestos a jugar el juego de "creer" lo que nos cuenta en sus páginas, partiendo de la base de que siempre se trata de ficción, la que muchas veces es sólo producto de su fantasía y en otros casos, como lo que mencionas, tiene fuerte raigambre en la realidad sin dejar de ser ficción. Un lector avezado, culto, sagaz y agudo, reconoce la diferencia y se "entrega" al juego que el escritor le propone, es capaz de fundir y confundir los planos a su antojo, entendiendo que lo que lee no es historia, no es la verdad absoluta, es simple y maravillosamente literatura.

    Claudia Mery

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