Alejandro
Zambra se ha posicionado en las últimas dos décadas como uno de los escritores
chilenos más consagrados de la escena literaria nacional e internacional. Entre
sus obras más destacadas encontramos Bonsái (2006), La vida privada
de los árboles (2007) y Formas de volver a casa (2011). En ésta
última, Zambra nos cuenta la historia de un protagonista que intenta plasmar
sus recuerdos de infancia en un libro mediante la memoria. La gracia del libro
estriba en el tratamiento en dos niveles que realiza Zambra. El primero
corresponde a un protagonista viviendo en los años 2000 mientras escribe una
novela, el plano “real”. El otro dice relación con las memorias de éste de
finales de los ’80, las cuales son plasmadas en esta novela que escribe el
mismo protagonista, el plano “meta-diegético”. Precisamente, en Formas de
volver a casa Zambra menciona al célebre cuadro Las Meninas del
pintor español Diego Velásquez. Observable en: “Me pareció inquietante ver
esos libros ahí, […], flanqueado por afiches con escenas de caza y una gastada
reproducción de “Las Meninas”” (Zambra, 2011, página 38)[1] Pero ¿qué tiene que ver esta
pintura de 1656 con la novela de Zambra? Para responder a esta pregunta, se van
a seguir los siguientes pasos. En primer lugar, se analizará el cuadro de
Velásquez, para así poderlo entender. Una vez realizado esto, se establecerá la
relación entre Las Meninas y Formas de volver a casa, para así
poder comprender el por qué de su mención en la novela de Zambra.
Las
Meninas de Diego Velázquez es un cuadro de 1656 que nos muestra a la
infanta Margarita (hija de Felipe IV) siendo atendida por un grupo de servidoras
palaciegas (meninas), mientras a su lado, el mismísimo Velázquez, trabajaba en un
lienzo.[2] También es importante considerar
el espejo que se encuentra en el segundo plano del cuadro. Allí aparecen
reflejados Felipe IV y Mariana de Austria, padres de la infanta. Éstos parecen
estar observando cómo su hija está siendo servida por las meninas.[3] El tratamiento que le da
Velázquez al espejo es peculiar. En la pintura, los reyes aparecen
representados no como parte de la escena pintada (el servicio de las meninas a
la infanta), sino como espectadores de ésta desde el espejo. Se puede notar que
tanto la infanta como sus meninas y Velázquez desvían la mirada hacia el
espectador del cuadro. Se podría interpretar que sus acciones podían ser
perturbadas, sólo si la pareja real entraba para inspeccionar la situación, lo
cual ocurre si se considera al espejo. A mayor abundamiento, el reflejo de la
pareja real en el espejo viene a respaldar la idea de que el cuadro Las
Meninas es una puesta en pintura de lo que era la visión de Felipe IV y Mariana
de Austria de esta situación con su hija. Sin embargo, al ponerlos reflejados en
el espejo sin haberlos pintado en la escena de la pintura, nos deja entrever
que Velázquez hace un juego con el espectador, obligándolo a entrar a la escena
con las meninas, ya que, las personas de la pintura le miran fijamente pensando
que los espectadores son los reyes y no una persona que observa este cuadro.
Por tanto, Velázquez juega con los planos del espejo y la escena pintada, para
así hacer parte al espectador de esta situación con las meninas y el Velázquez
representado. En otras palabras, Velázquez difumina el límite entre el plano
real y el del espectador de la pintura, al obligarlo a entrar en la escena.
Las
Meninas guarda una estrecha relación con la novela de Zambra. En
este cuadro, el pintor español se pinta a sí mismo siendo interrumpido, mientras
trabajaba en un lienzo. Este hecho podría ser catalogado como “meta-pictórico”,
ya que, la pintura Las Meninas nos muestra a un pintor realizando otra
pintura. O sea, es una pintura, que, entre otras cosas, trata del proceso
creativo de un pintor. Con Formas de volver a casa ocurre lo mismo.
Zambra presenta a un protagonista que reflexiona respecto al proceso de cómo
plasmar sus memorias en una novela en uno de los planos, mientras en el otro,
nos va mostrando los resultados de este proceso creativo (extractos de esta novela
escrita por el protagonista). Por ende, Zambra también muestra en su novela a
un creador en pleno proceso de creación, sólo que, en vez de la pintura, ocupa
a la literatura.
El
otro aspecto que poseen en común es el de involucrar al receptor de la creación
artística en ésta misma. Mientras Velázquez introduce al observador mediante el
juego con el espejo y las miradas de los personajes, Zambra hace apreciar al
lector los cambios que existen entre los planos “real” y “meta-diegético” de la
novela. Un ejemplo son las ligeras modificaciones referentes al contexto de una
conversación entre el protagonista y su madre sobre un libro de Carla
Guelfenbein.[4]
Con esto, Zambra hace parte al lector del proceso creativo de escribir una
novela y lo que esto involucra, que, en este caso, fue el afectar un recuerdo
de la realidad con adiciones del protagonista de acuerdo con cómo él le
gustaría que esta novela estuviese escrita. O sea, Zambra nos hace parte de su
novela mediante la apreciación de variaciones que realiza entre los planos “real”
y “meta-diegético” de la novela.
En
conclusión, Zambra hace alusión directa al cuadro Las Meninas de Diego
Velázquez, ya que, éste último es un precedente de lo que lleva a cabo Zambra
en su novela. Mientras Velázquez retrata
a un pintor en pleno proceso de pintura, Zambra muestra a un escritor en
proceso de escritura. Asimismo, ambos logran que sus respectivos receptores sean
partícipes de su obra creativa, ya sea mediante un juego con un espejo y las
miradas de las personas pintadas (Velázquez), o, a través de la deliberada
modificación de detalles sobre una misma historia en dos planos distintos, uno “real”
y otro “meta-diegético” (Zambra).
Juan
Pablo Cardemil M.
[1] file:///C:/Users/juanp/Downloads/Formas%20de%20volver%20a%20casa%20-%20Alejandro%20Zambra%20(1)%20(1).pdf
(página 38)
[2] https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/las-meninas/9fdc7800-9ade-48b0-ab8b-edee94ea877f
[3] https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/las-meninas/9fdc7800-9ade-48b0-ab8b-edee94ea877f
Esta intertextualidad y juego de espejos que comentas entre Las meninas y Formas de volver a casa nos dejan desafían como lectores y hacen que nuestro rol cobre mayor relevancia, requiere de la permanente reactivación del pacto lector-escritor.
ResponderEliminarMuy interesante lo que expones y nos hace tomar nuevamente conciencia de la genialidad de Velásquez y del acierto de Zambra al recrear su estrategia.
Claudia Mery