por Matilde
Vergara
Pedro
y el Capitán es una
obra de teatro de Mario Benedetti, publicada en 1979, la cual consta de cuatro
actos que presentan distintas conversaciones entre un torturado, Pedro, y su
torturador, el Capitán.
En
este comentario quiero reflexionar sobre el poder que la obra le da al diálogo
entre los personajes y la que le da al diálogo sobre la dictadura militar a la
que se hace referencia.
Antes
de analizar el diálogo, me centraré en
ciertos elementos de la obra que dieron base a esta idea. En una entrevista,
Mario Benedetti comentó que tenía planeado escribir este texto como una novela
llamada El cepo, pero que esta fue cambiando hasta convertirse en lo que
es hoy día (Benedetti, 1979, p.7). Considero
que esta transición de género literario de novela a obra de teatro es favorable,
ya que fuerza al lector o al espectador, a centrarse en el diálogo entre los
personajes, ya que lo convierte en el foco de atención.
Otro aspecto por destacar de esta entrevista es el nombre original o planeado
de la obra. El cepo es un método de tortura medieval, el cual tiene tres
orificios donde se colocan las muñecas y el cuello del torturado. Lo
interesante del uso de este artefacto como título es que justamente el
torturado puede seguir usando su voz mientras esté colocado en él. Dando así a
entender que el arma o la facultad que no le van a quitar a Pedro a lo largo de
la obra son las palabras, al menos en las instancias de las que somos testigos.
Otro elemento presente que apunta a esto son los amarres y la capucha con los
que Pedro llega a cada conversación, los cuales lo restringirán físicamente,
pero que dejarán su voz libre.
Este
último aspecto nos lleva al segundo punto, que se refiere a una de las formas
en que Benedetti sitúa el poder y lucha de Pedro en su diálogo al hacer que este
use su facultad de hablar para negarse a darle al Capitán lo que quiere. Esta
continua negativa de Pedro, con la que cada acto termina, significa además
negarle poder sobre su persona y valores y, más adelante, la reversión de roles
– o, mejor dicho, el intercambio de poder -, la cual terminará con la
salvación, si bien no de Pedro, de sus compañeros y familia, a la vez que la
perdición del Capitán.
Esta
reversión es gracias al diálogo que Benedetti usa como centro de su obra, ya
que es a través de las conversaciones, preguntas y negativas que Pedro formula,
que es capaz de no entregar poder al Capitán y hasta conseguir poder sobre él. Esto
es demostrado en momentos clave del diálogo, todos expresados verbalmente por
los protagonistas, tales como el Capitán sometiendo poder y control al permitir
ser tuteado y al tratar de usted a Pedro, cuando Pedro consigue poder al
preguntar por la familia del Capitán y hacer que pierda control y al lograr que
el Capitán reflexione de sus valores morales y lugar en la dictadura, arrebatándole
la sanidad que los torturadores físicos le han arrebatado a él.
Algo
interesante que resulta de este intercambio de poder es como también hay una
reversión en el intercambio de información, ya que, si nos fijamos, el Capitán
habla más que Pedro y confiesa cómo se siente con su familia al llegar a casa,
cómo llegó a ser lo que es hoy día, cómo necesita de la información que tiene
Pedro, no por el régimen, sino por su propia moralidad acomodaticia. Obviamente,
esto se conecta con la intención de Benedetti de explorar la mentalidad y
psicología de un torturador, pero lo que me parece importante a destacar es que
estas verdades y reflexiones son conseguidas mediante una conversación con otro
personaje, más encima su torturado, y no mediante un narrador omnisciente, un
monólogo interior o un narrador protagonista.
Para terminar,
opino que esto tiene que ver en parte con esta misma intención de Benedetti, ya
que él no solo quería explorar esta psicología, sino comunicarla y hacer que el
mismo protagonista de tantas torturas, miedo y sufrimiento confesara sus miedos
y atrocidades a la sociedad dañada y marcada por el régimen del que formaba
parte. Es un diálogo con el lector, un diálogo entre la historia y el presente,
el cual le da la importancia apropiada a nuestro pasado y a dialogar sobre él.
Sin excusarlo, pero entendiéndolo para así, como Pedro, conseguir poder sobre
esas personas.
Bibliografía
Benedetti, M. (1979). Pedro y el Capitán. Buenos Aires: Ediciones La Cueva.
Muy interesante la interpretación que haces del otro nombre que pudo haber tenido la obra. Hiciste una potente reflexión sobre la inversión de roles que se da entre los personajes a partir de la articulación del poder. El valor de la palabra siempre será desconocido por nosotros.
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