Si tuviera que describir Tengo miedo torero en un concepto, este sería “montaña rusa”, y no sólo por el subibaja de tensiones y emociones, sino también por los cambios y las mezclas entre lo real y lo ficticio.
Tengo miedo torero es una novela de ficción, pero se sitúa en un periodo de la historia de Chile que no pasa desapercibido: la dictadura militar de Augusto Pinochet. En medio de la linda y cursi historia de amor entre Carlos y la Loca que nos hace volar por los cielos, y los memorables diálogos paródicos entre Pinochet y su esposa Lucía que nos hacen reír a carcajadas por los problemas superficiales que tienen, como la enorme preocupación de Lucía porque su marido le había comprado un traje de baño rasca en "Falabella”, Lemebel nos recuerda que no todo es amor y risas, y nos aterriza a la realidad de Chile en esa época. El autor muestra constantemente la situación por la que estaba pasando nuestro país, no solamente en el ámbito político, al mencionar la dictadura, el atentado y los distintos personajes que estuvieron presentes, sino que también en el ámbito social. Por ejemplo, cuando la Loca sale a la calle y se mencionan los gritos de las protestas, o cuando se describen las diferencias entre el barrio bajo, sucio y feo, y el barrio alto, lindo y bien cuidado, haciendo una crítica a las injusticias y desigualdades entre las clases sociales.
Los cambios entre realidad y ficción también se ven dentro de la particular protagonista que nos entrega Lemebel. La Loca es una persona muy soñadora. Está siempre en su cabeza, imaginando situaciones o historias. Vive en su propio mundo ficcional, porque no se quiere enfrentar a la realidad. Es por eso también que se hace la loca e ignora todo lo que sospecha sobre Carlos.
“Pero no, Carlos no podía mentirle, no podía haberla engañado con esos ojos tan dulces. Y si lo hubiera hecho, mejor no saber, mejor hacerse la lesa, la más tonta de las tontas, la más bruta, que solo sabía bordar y cantar canciones viejas. Mejor(..) se olvidaba del asunto” (Lemebel, P. 2001. Pág. 21)
Pero en medio de la narración de las historias que la Loca se forma en su cabeza, Lembel nos aterriza nuevamente en la realidad, esta vez gracias a la Radio Cooperativa. Durante la dictadura militar, esta radio se mantuvo muy objetiva respecto a la situación, buscando no dar juicios valóricos ni ideológicos. Es por esto que Lemebel la ocupa para bajarnos del cielo y poner nuestros pies en la tierra mientras leemos la novela. Lo mismo hace con la Loca, cuya disociación se ve interrumpida por la voz del locutor de la radio hablando sobre algún acontecimiento, como la detención de la gente por carabineros. Esto la hace salir de su burbuja y acercarse a la situación política que en un principio ignoraba.
Aunque no de la misma forma de la que hemos estado hablando, en la escena del cine también podemos ver esta superposición entre lo real y ficticio. Mientras ocurre el atentado a Pinochet, la Loca se encuentra en el cine viendo una película y es imposible no notar las similitudes entre ambas historias. El título de la película “Duro de matar 2” se relaciona con el resultado del atentado: no fue posible matar a Pinochet. Además, se contrastan las metralletas de los revolucionarios con los violentos bombardeos de la película.
Pero, ¿por qué? ¿Por qué hace Lemebel esta superposición entre lo real y lo ficticio? En momentos de tensión y de tristeza, leer, escribir, o simplemente imaginar un mundo irreal es muy útil para aliviar la mente. Permite abandonar por un momento lo negativo de la vida y disfrutar de un mundo sin preocupaciones ni problemas. Crear nuevos mundos e historias le permite tanto a Lemebel como a la Loca olvidar las dificultades y el abuso que han sufrido debido la dictadura y a su marginalidad, su pobreza y homosexualidad. Pero, al igual que muchas cosas, la fantasía en exceso es negativa. Imaginar constantemente algo que no ocurrirá y alejarse de la realidad para ello es dañino, sobre todo si hay un suceso de gran importancia social ocurriendo alrededor. Lemebel nos hace comprender que no se le puede dar la espalda a la situación por la que estaba pasando Chile durante la dictadura, que es lo que la Loca en un principio hacía. Ella prefería estar en su propio mundo, en su ficción. Pero no se puede ser un ser apolítico, no informarse ni luchar por lo que es justo, menos si uno se ve involucrado y afectado desde su marginalidad en el problema. Está bien fantasear y alejarnos del mundo real por un momento, pero es igual de importante mantener ese agarre a la tierra y estar alerta a los problemas que nos incumben.
Pedro Lemebel utiliza la ficción y la comedia para enriquecer esta obra y presentar una crítica a la problemática social y política de Chile durante la dictadura militar, y a todos aquellos que le dan la espalda a estos problemas.
Lemebel, P. (2001). Tengo miedo torero. Seix Barral.
Elisa Fuentes, IV°B
Elisa, has hecho una interesante reflexión sobre los límites entre realidad y ficción, que tal cual nos muestra la literatura, siempre son difusos...Siempre es necesario replantearse cuánto esfuerzo estamos haciendo por escapar de nuestra realidad.
ResponderEliminarC.Mery