por Victoria Maldonado U.
Somos muchos los que, dentro de la inocencia, percibimos conceptos, hitos y personas de una manera muy distinta a los más grandes. Hay algo, eso sí, que quizás adelantó el choque de madurez a estos últimos. ¿Será que se les contó mucho o muy poco al respecto del país durante el régimen militar de Pinochet?
La obra Formas de volver a Casa, del autor chileno Alejandro Zambra, nos muestra mediante una metaficción la perspectiva de un pequeño durante los años en dictadura chilena (1973-1990). Hay partes por aquí y por allá que nos lleva a esos infantiles años de esperanza (también ignorancia en un sentido) y risas, pero con golpes de realidad no menores (como cuando el protagonista dice: “La novela es la novela de los padres, pensé entonces, pienso ahora. (…) Mientras los adultos mataban o eran muertos, nosotros hacíamos dibujos en un rincón. Mientras el país se caía a pedazos nosotros aprendíamos a hablar, a caminar, a doblar las servilletas en forma de barcos, de aviones. Mientras la novela sucedía, nosotros jugábamos a escondernos, a desaparecer.”)
Son estos momentos de claridad y astucia, que hacen de la obra una excelente forma para acercarse a lo que significaba ser niño en la época. Es doloroso pero gracioso, con cosas que recuerdo hasta a mi propia tía decir: “En cuanto a Pinochet, para mí era un personaje de la televisión que conducía un programa sin horario fijo, y lo odiaba por eso, por las aburridas cadenas nacionales que interrumpían la programación en las mejores partes.”
¿Será que a estos niños se les obligó a crecer más rápido, gracias al dolor, al miedo de los padres, o a la desconfianza en el otro?
No puedo evitar pensar en mi madre, que hasta el día de hoy -en democracia- sigue atemorizada por manifestaciones, por militares o sucesos específicos. Puede que la dictadura haya terminado hace muchos años, pero las heridas siguen frescas en la actualidad, y pocos se atreven a buscar una solución.
Estos niños crearon una realidad bajo la dictadura, quizás muy alejados (o muy cerca) de las verdaderas caras de éste. Pero lo que todos comparten son la presencia militar en la calle, el llegar a casa antes de las 18:00, el evitar invitar a personas más desconocidas al hogar, etc.
Estos aparentemente “pequeños” recuerdos construyeron a nuestros padres de una forma distinta a las siguientes generaciones: unas más libres, sin miedo a expresar lo que piensan, más diversas, más diferentes. Hay muchos que aceptan a sus hijos de esta forma, mientras que otros no tanto, por el miedo a lo que le harán.
Este sentimiento pudo haberse apaciguado durante un tiempo, pero aumentó específicamente durante del estallido social. La represión, la violencia, los discursos hicieron recordar a los padres que la democracia es sensible después de todo, y que los miedos que se han trabajado por superar pueden volver a atormentarte de un instante a otro. Y por ello ¿cómo reaccionaron? Con miedo.
Recuerdo ver a mi madre con mucho temor viendo la televisión cuando volvían a decretar toque de queda, o también cuando más de una vez me pidió que no fuera a manifestarme porque no era seguro. Yo siempre le dije que yo no haría nada malo y me iría apenas las cosas se pusieran peligrosas, a lo que me respondía que: “yo sé que tú actuarás correctamente, pero no puedo esperar lo mismo de los otros”.
Hubo momentos, eso sí, que fueron agridulces, como la “marcha del millón” (25 de Octubre del año 2019). Por primera vez en ese mes vi a mi madre empoderada, pero ante el mínimo disturbio o ruido fuerte saltaba y nos pedía que nos fuéramos (a lo que yo le decía que no pasaría nada). Desde ese momento me di cuenta que quizás la dictadura sí deja secuelas que no sólo son de los padres, sino que se transmiten a los hijos inconscientemente.
Hay pequeñas y distintas frases que se quedan con uno (como también lo menciona el autor en la obra), que lo llevan a distintas épocas de la niñez manchada por sucesos vividos, pero éstas nos ayudan a recordar, a recordar que los sufrimientos pueden ser motivo de lucha, y que la niñez siempre nos servirá y nos protegerá de alguna forma u otra.
Fuentes:
- Zambra, A. (2011). Formas de Volver a Casa (8.a ed.). Anagrama.
http://www.secst.cl/colegio-online/docs/26032020_943am_5e7ccda80ae6f.pdf
- Centro Gabriela Mistral. (s. f.). Infancia/dictadura: testigos y actores (1973–1990). GAM. Recuperado 12 de octubre de 2021, de
https://gam.cl/exposiciones/infancia-dictadura-testigos-y-actores-1973-1990/
Muy interesante reflexión Vicky. Me encanta el paralelo que haces entre la novela y tus propias vivencias familiares, para llegar finalmente a constatar que las secuelas de la dictadura no sólo están en aquellos que la vivimos y que hoy somos mayores, sino que, de una u otra forma, se las hemos traspasado a nuestros hijos...
ResponderEliminarClaudia Mery