martes, 12 de octubre de 2021

           La historias que nos cuentan historias de historias, “Formas de volver a casa”


por Josefa Rojas


Formas de volver a casa y su particular técnica narrativa, me hace reflexionar sobre todas las historias que han sido contadas específicamente con el propósito de que no todos la entiendan, de todas las cosas que hablan los adultos con nombres inventados para que nosotros, los niños, no entendamos. Alejandro Zambra logra a través de una historia simple, pero compleja a la vez, contarnos la vida de una persona sin contarnos la vida de esa persona.

En el contexto de la dictadura, la censura y el temor a la libre expresión generaban que dentro de las familias y en ciertos ámbitos sociales se contaran las cosas que estaban pasando de una forma muy particular, no se daban los nombres reales de los participantes, se modificaban los lugares, se cambiaban los tiempos y las situaciones para dar a entender de forma solapada las cosas reales que estaban sucediendo y así impedir que las personas fueran perseguidas o corrieran peligros. Y de esto ni hablar con los niños, para ellos estos temas eran prohibidos, no podían escucharlos, no podían tener opiniones,  ni hablar, ni hacer comentarios, ya que después de todo, esto dejaba ver las ideas políticas de su familia o su participación en la dictadura y cualquier cosa que se dijera en el colegio, en la plaza o en la calle podía comprometer a sus cercanos o exponerlos a que se corriera la voz sobre su postura, lo cual podría llevar a la exposición de los aliados de la resistencia contra la dictadura.

Me parecía importante comentar esta novela con mi madre que al igual que los protagonistas de la novela y el mismo autor del libro, nace en dictadura, pero a diferencia de ellos su familia si se veía de una forma u otra involucrada con esta situación, como la familia de Claudia. Mi madre dice: “Los niños en su inocencia vivían en una realidad paralela, donde eran ignorantes de hechos y circunstancias reales, pero aun así formaban parte de su vida, una vez que fueron creciendo fueron siendo capaces de atar cabos e irse dando cuenta de lo que fueron parte. Por mi parte, existía un encubrimiento tal que que hasta bastante grande (12 años) recién supe como era mi verdadera historia, por un miedo entendible, por la necesidad de seguridad y protección, me crié en una vida llena de misterios, con recuerdos inventados, con vivencias omitidas, con una niñez de fantasía, donde se evitaba hablar de ciertos temas y donde hacer preguntas no era una opción. Una vida que aunque muchos de sus pasajes no eran reales, aun siguen siendo parte de mi memoria, una mezcla entre realidad y ficción forzada, una memoria que fue construida y reconstruida, una historia que ahora de adulta me voy re-contando acerca de mi propia historia”. Es así, como en una sola vida se irían formando vidas paralelas, siendo personajes de una historia que no vivieron en conciencia, pero la vivieron igual. Como la ficción y la verdad se entremezclan en las propias vidas de muchas personas que vivieron en dictadura, de las personas que cambiaron sus nombres para protegerse o proteger a otros, de cómo terminarían en otros países viviendo otras vidas y tejiendo otras historias muchas veces paralelas a las historias que se estaban contando dentro de sus propias familias. “Poco después Magali arrendó la casa en Maipú y se fue a vivir allí con las niñas. Era la mejor manera de protegerlas, lejos de todo, lejos del mundo. Roberto, en tanto, corría riesgos, pero cambiaba de apariencia constantemente. A comienzos de 1984 convenció a su cuñado Raúl para que se fuera y le dejara su identidad. Raúl salió de Chile por la cordillera, a Mendoza, sin un plan definido, pero con algo de dinero para comenzar una vida nueva.” (Formas de volver a casa, Alejandro Zambra)

A partir de esto, la novela nos hace de alguna forma entender lo que era crecer en ese periodo, en la dictadura, especialmente acercarnos a lo que se sentía ser niño y hacer una conexión de cómo a nosotros hasta ahora se nos ha enseñado esta época. Debido al internet ahora podemos encontrar toda información que queramos sobre cualquier cosa, pero antes todo se contaba cara a cara, por lo que el miedo a exponerse hacía que mucha gente mintiera sobre sus vivencias y sus pensamientos, con tal de no pasar a llevar las posturas e ideales impuestos por el gobierno. Ser niño y no entender que está a tu alrededor puede ser bastante común, y como se puede ver en el tercer capítulo de la obra hay muchas cosas que se entienden mucho después de cuando las vives. 

Finalmente, aunque sea nuestra propia vida no sabemos qué parte de la historia es la que nos estamos contando, cuál es la que nos contaron y qué es lo que realmente sucedió. La memoria es frágil y susceptible, los vacíos se llenan con fantasías y se mezclan con realidades, a veces hay muchas “Formas de volver a casa”.




Fuentes: file:///C:/Users/hp/Downloads/Llenar%20el%20vac%C3%ADo.pdf


2 comentarios:

  1. Josefa, muy buen comentario, efectivamente el último párrafo es de un realismo tan potente que a veces asusta...acaso cuánto de lo que recordamos reproduce la historia de lo que hubiésemos deseado que sucediese. Interesante reflexión y muy pertinente la incorporación de la conversación con tu mamá.

    Claudia Mery

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