por Violeta González
Soltar; dejar ir, liberar.
A veces es difícil, pero necesario soltar.
En esta ocasión me gustaría compartir una reflexión personal acerca de Formas de volver a casa, del gran escritor chileno Alejandro Zambra, en relación con el concepto de soltar. La mencionada novela retrata desde la perspectiva del protagonista, cómo los niños que vivieron en Chile desde 1973 hasta fines de la década del 80, pintaban y aprendían, mientras que sus padres se convertían en cómplices o víctimas de la dictadura de Augusto Pinochet; y cómo eso los marcó de por vida. En ese sentido, se muestra el crecimiento del protagonista hasta la adultez y como todo ese proceso está marcado por los eventos políticos y sociales de su contexto. Mediante la mencionada historia, el autor trata el tema de la memoria, en su ámbito personal y colectivo.
A través de elementos presentes en Formas de volver a casa aprendí sobre soltar.
Lo personal:
Gracias a la novela reafirmé la idea de que hay un proceso por el cual hay que pasar, para soltar y seguir adelante. Con soltar no me refiero a olvidar, sino que a lograr avanzar y liberar emociones contenidas respecto a situaciones de la vida propia. Proceso que consta de un largo viaje de aceptación. En Formas de volver a casa, el protagonista hace un retorno constante a sus barrios, a Maipú, a su infancia y a su amiga Claudia. Ejercicio que él mismo se cuestiona, pero aún así lo realiza una y otra vez. “En los días siguientes volví de forma casi obsesiva. Premeditada o inconscientemente dirigía mis pasos hacia la casa y sentado en el pasto miraba la fachada mientras caía la noche” (Zambra. p.88 2011) Aquel regreso, se transforma en una señal de estancamiento, pero que también es parte del procedimiento de aceptar las adversidades de las situaciones propias. Es simplemente que el protagonista necesitaba vivir un proceso para asimilar todo lo que significó su infancia, lo marcado que está él y su generación por la dictadura militar, y por último un proceso mediante el cual logra cerrar capítulos que se quedaron abiertos; como por ejemplo, el reencuentro con Claudia.
Es posible preguntarse, qué es lo que tiene que ocurrir para avanzar, y en ese sentido creo que la novela nos entrega la clave. A pesar de lo chliché de la frase “cerrar ciclos”, creo que el cerrar mentalmente un proceso o etapa mediante símbolos es de suma importancia. En la novela se nos presenta la historia del protagonista, marcada por un ciclo, que comienza con el terremoto del 85 y termina con el terremoto del 2010. Aquel simbolismo le permite al protagonista decir, "es momento de cambiar la página". El mencionado suceso, en el caso de la vida de otra persona, pudo haber sido completamente distinto y tener la misma significancia. Lo importante para el humano, creo yo, es poder canalizar la energía del cambio en algo concreto, como para mucha gente lo es por ejemplo, un cambio de look.
(Mis apuntes durante la lectura de Formas de volver a casa)
Entonces al mirar en retrospectiva mis apuntes de cuando llevaba ¾ del libro aproximadamente, podría responderme yo misma. El terremoto en la novela representa el cierre de una larga etapa de 25 años, significa un renacer. En mi opinión, las personas podemos vivir mil vidas en solo una, y lo único que condiciona eso, es el avanzar hacia nuevos horizontes, completar la etapa anterior y simplemente seguir, sea lo que sea que aquello signifique.
Colectivo:
En el sentido colectivo creo que la novela nos deja una amplia enseñanza, el duelo es necesario para avanzar. Y al aplicar esa premisa, a la dictadura de Augusto Pinochet en Chile y las respectivas violaciones a los derechos humanos, creo que como sociedad y comunidad, nos falta mucho por avanzar. La lectura de Formas de volver a casa, nos muestra lo difícil que es haber vivido en un contexto de represión, y lo difícil y lento de su superación, únicamente por lo denso del ambiente, por el miedo que se vivía y por la polarización. Entonces uno se pregunta, ¿Qué será de las familias que realmente vivieron la tortura y que tienen hijos, hermanos o tíos desaparecidos hasta el día de hoy? El vivir un duelo por las atrocidades ocurridas en la dictadura, debería ser un derecho fundamental para todos los chilenos. Para soltar, para liberar toda esas emociones que aquellas personas tienen contenidas, primero, hay que cerrar el proceso y vivir un duelo digno. No se puede avanzar sin tener algún pequeño simbolismo de por medio, que signifique el adiós. Eso es lo que en nuestro país lamentablemente aún hace falta, las heridas siguen abiertas y las autoridades no se han preocupado por cerrarlas.
Para cerrar, Zambra en esta ocasión nos enseña nuevamente el valor de la memoria personal y colectiva, pero además nos recuerda que está bien avanzar. Que el poder del ahora a veces nos consume y no nos deja mirar a futuro, pero que es importante eventualmente soltar aquellas tensiones y seguir. Está bien volver una y mil veces como parte del proceso, es natural y es ahí cuando el avanzar se vuelve tan especial. Por último me gustaría reiterar, que el Estado chileno debería hacerse cargo y propiciar un duelo digno para las víctimas de violaciones a los derechos humanos en Chile.
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