miércoles, 30 de septiembre de 2020

La psicología y la ciencia detrás de la tortura




Recientemente tuvimos la oportunidad de leer la obra literaria “Pedro y el capitán” de Mario Benedetti, la cual gira en torno a dos personajes con roles muy definidos, el torturador y el torturado, lo que se asumiría como el mal y el bien respectivamente; Siendo esta obra un incentivo bastante interesante para indagar mas en estos dos roles y la tortura en si.

Todos tenemos muy claro inconscientemente que la tortura es algo inhumano, en simples palabras algo incorrecto, uno como persona común y corriente nunca se imaginaria torturando a otro y si se llegara a imaginar, se niega inmediatamente ese pensamiento entonces, ¿cómo es posible que a lo largo de la historia hubiese tantas personas con el rol de torturador? ¿creerían de verdad que eso era lo correcto? Preguntas que nos llevan al principal tema a tratar de este blog;


¿Qué cosas pueden llevar a una persona a torturar?


Al plantearnos esta pregunta, podemos reconocer varios aspectos interesantes en la obra que nos pueden ayudar a ejemplificar esto. En Pedro y el capitán, mientras ambos personajes van hablando expresan que ambos tienen sus razones de su actuar, ambas definidas por el bando politico que apoyan, esto lleva a pensar en la influencia que tiene la política en llevar a alguien a torturar.

En primer lugar quiero empezar planteando lo siguiente, ¿que es lo que mueve a las personas en la política?, se puede decir que son lo que llamamos ideologías, creencias y convicciones definidas, que en el contexto de dictadura por ejemplo, pudieron ser una causa de motivación para que se crea que la tortura es una respuesta lógica para la obtención de información, con el fin de hacer cumplir una ideología frente a la otra por el bien mayor.   Esto en mí perspectiva es un punto bastante interesante donde la motivación personal se   influye por los discursos politicos e ideologías pueden llegar a hacer creer al oyente que al torturar no se esta realizando algo incorrecto.


En segundo lugar quiero tomar del argumento anterior la importancia del discurso político, se habló de lo que entrega como ideología a los mas interesados tal vez, en el ámbito politico, pero en este argumento quiero profundizar en el publico, en las masas. 

Se puede ver en la sociedad actual un comportamiento humano que a estado instalado en la mayoría por muchos años, tal vez un instinto biológico inconsciente con el fin de la supervivencia, este es el de “seguir al rebaño” este comportamiento se puede ver tanto en humanos como en animales que viven en manadas. “El miedo es una gran factor que lleva al estrés grupal, presente en animales de manada” (Grandin, 1997). Este sentimiento de grupo que existe de seguir al otro para evita problemas, puede verse en la política y en inculcar sus creencias hasta en quien normalmente no las cree en verdad, provocando en este caso, que la tortura se vea como algo necesario y posible de realizar como persona común por el supuesto bien propio y de la sociedad.


Como ultimo argumento hablare de el poder de la autoridad en las masas. En clases al concluir la lectura de “Pedro y el capitán” se nos fue entregado varios textos que indagan en la tortura, en uno de ellos se menciona dos hechos muy interesantes: la figura de autoridad y la deshumanización. 

Empezando por la figura de autoridad, se da mención a un experimento llamado, “El experimento de Milgram” el cual se basaba en pedirle ayuda a cualquier persona que pasara y decirle que le de golpes eléctricos una persona para que esta mejore su aprendizaje frente a una tarea dada, se pudo observar que un 76% de personas dieron descargas eléctricas al sujeto de prueba y al preguntarles por que lo hicieron dijeron, “porque me dieron las instrucciones, porque estaba ayudando, porque era una tarea que había que hacer”. Las respuestas que dieron nos dicen qué siguieron ordenes sin pensar en lo que ellos mismos podrían llegar a opinar. El comportamiento de estos sujetos de prueba otorga información importante al tratar de responder la pregunta principal, ellos siguieron instrucciones sin pensarlo lo cual al igual que en la tortura en dictadura puede ser un motivante en común, una razón de el porque llegan a torturar por mera obediencia a una figura de poder. 

Respecto a la deshumanización, esta práctica se puede ver en la obra done el Capitán menciona que les enseñan a pensar que el torturado es menos humano que ellos, una practica otorgada por los lideres del partido a quienes tiene que tratar con los torturados, haciéndolos creer que no son humanos que merezcan piedad, esta enseñanza es igualmente una razón del porque se llega a torturar, ya que les hacen creer que no es algo inhumano.


En conclusion, desde la vista psicológica y científica algunas de las posibles razones de que cosas pueden llevar a una persona a torturar son, el instinto innato de seguir al grupo ademas del poder de las figuras de autoridad y cumplimiento de las ideologías que apoya el torturador.


Florencia Ignacia Senn Gunckel                                           841 palabras 


Fuentes:

- “Como se forma un torturador” de Paola Passig




La otra mirada en dictadura que no ha repercutido tanto como otras

 La dictadura es una historia que lamentablemente se repite mucho, no solo a nivel latinoamericano si no que a nivel mundial, dónde el daño que se pueda llegar a generar es irremediable. Ya que en dictadura uno vive en una constante represión de  tus derechos básicos como ser humano por lo que te ves obligado a dejar tu libertades de lado. Debido a esta situación tus peores miedos te pueden llegar a carcomer por dentro dado que te encuentras con una gran barrera limitante para poder expresar tus ideas y pensamientos de manera expedita. 

 Sin embargo en estos hechos históricos una gran parte de la población se encuentra inadvertida por los grandes sucesos que están viviendo por lo que su mirada a esa situación puede ser un poco distinta, pero no por eso significa que sea menos importante, con esto me refiero a los niños dentro de la dictadura. Los niños en dictadura y su visión a cerca de esta no es un tema recurrente ya que no habla de hechos históricos sustanciales para construir la historia, sin embargo su mirada y perspectiva de esta situación  no deja de ser igual de importante y valiosa por lo que deja mucho que pensar.

 ¿Cuál la visión de un niño dentro de dictadura?

 A pesar de ser una pregunta difícil de responder ya que todas las miradas son abordadas por una perspectiva distinta, no es imposible debido a que muchos adultos han decidido compartir su experiencia en esta situación mediante, artículos, entrevistas, cartas, novelas y mas. Pero yo personalmente me centrare en una novela leída reciente mente que toca el tema de la perspectiva de los niños dentro de la dictadura contada por el mismo autor y esta novela tiene el nombre de formas de llegar a casa escrita por Alejando Zambra. En brevedad esta novela trata de contrastar la perspectiva de un adulto y la de un niño en dictadura para así entender cómo era vivida la experiencia desde un punto de vista más inocente y vulnerable.

 Como primer instancia Zambra nos muestra la vivencia de un niño que se encuentra solo por las calles en dictadura, podríamos decir que esta primera experiencia con el espacio exterior se asocia a un aprendizaje de vida, este aparente sentido oculto y positivo de caminar rápido se une temporalmente a la otra experiencia que también marca toda la novela; la primera vivencia con la muerte. Zambra narra que la muerta era algo poco visto para ellos, algo muy común ya que los niños no tienden a tener una acercamiento próximo con la muerte, ni con los hechos infames que estaban ocurriendo. Acá dejo una cita que lo respalda; “ La muerte era entonces invisible para los niños como yo, que salíamos, qué corríamos sin miedo por esos pasajes de fantasía, a salvo de la historia. Sin embargo en esta época la perspectiva sobre la muerte tiene dos miradas, la de los niños que experimentan la muerte y los que la observan desde la vereda de enfrente. Una distancia insalvable entre los niños hijos de activistas políticos que sufrieron y que son y pertenecen a algo en términos del narrador, versus los niños que viven en las calles de fantasía. 

  Como siguiente punto tenemos la ingenuidad del niño, en palabras mas simple el niño crece creyendo cosas que no son. Uno de los aprendizajes importantes en la infancia es comprender la extraña y arbitraria relación lingüística entre el significante y el significado, y que ese significado discursivo es absolutamente subjetivo y muchas veces prejuicios. En este sentido, parte del aprendizaje de la vida es nombrar las cosas y establecer asociaciones a partir de lo que se ve o escucha del mundo de los adultos. Por lo mismo, se descubre que nombrar a veces no es dotar de sentido, sino ocultar o desviar la atención. En este sentido, descubrir que las cosas no son lo que, al parecer, creemos que son, porque “tras cada expresión de algo abstracto hay una metáfora y tras ella un juego de palabras. Así, la humanidad se crea constantemente su expresión de la existencia, un segundo mundo inventado, junto al mundo de la naturaleza” (Huizinga 18), un mundo de juegos y de lógicas que incluyen la alteridad para el niño que observa y nombra. 

 Lo anterior, por ejemplo, lo relata  en palabras del niño-héroe de “Personajes secundarios”: “Para mí un comunista era alguien que leía el diario y recibía en silencio las burlas de los demás —pensé en mi abuelo, el padre mi padre, que siempre estaba leyendo el diario. Una vez le pregunté si lo leía entero y el viejo respondió que sí, que el diario había que leerlo entero” (Zambra 37). En el imaginario familiar del niño de Formas de volver a casa, el término comunista es asociado a la lectura del diario y a la burla. Es por eso que los niños tenían un erróneo entendimiento de la relación entre el  significado de las cosas y su asociación a esta. 


Para finalizar podemos concluir dos cosas muy importantes, primero que la vida de los niños en dictadura no deja de ser igual de importante y relevante para la historia que como la de un adulto, ya que como mencione anteriormente los niños enfrentaron cosas desgarradoras para esa edad que un niño no deberían enfrentar, en este caso hablo de la muerte y por ultimo el hecho de que los niños en dictadura poseían una mirada de la vida diferente debido a la errada categorización sobre las palabras y su verdadera representación.




Laura Barriga




martes, 29 de septiembre de 2020

El torturador: ¿Victimario o una victima mas de la dictadura?





A simple vista la pregunta que se plantea en el titulo parece un sin sentido, esto es debido a que por lo general el concepto de victima y victimario son tomados cómo opuestos, el victimario es el ejerce la acción(tortura, asesinar, abusar etc.) contra otra persona que seria la victima. Pero en la realidad no siempre funciona en un esquema así de simple ya que en la mayoría de los casos (por no decir todos), los actores que participan son mas de uno y en este caso son 3: el torturado, el torturador y el gobierno que rige en dictadura, es este ultimo el que introduciría la duda sobre si el torturador es una victima mas de la dictadura.
El torturador es sin lugar a duda un victimario esto se ve claramente en el libro "Pedro y el Capitán" 
de Mario Benedetti, donde el Capitán (torturador) claramente se ve como tortura a Pedro (el torturado), por lo que a lo largo de este texto no me centrare en discutir si el torturador es una victimario si no mas bien en su faceta de victima, como victima de las circunstancias de la dictadura.
Para abordar este tema, me gustaría el tipo de persona que  es el torturador en una dictadura, por lo general es un miembro de la fuerzas armadas con un rango relativamente bajo, esto significa que no es una persona con una gran cantidad de capital económico y que fue entrenada arduamente para seguir las ordenes de una cadena de mando, a lo que en las dictaduras podía llegar a significar incluso que sus familias y ellos pasarían a ser los torturados.
A partir de esa situación me gustaría empezar el análisis del por que se podría considerar al torturador una victima pero no una victima como la que el tortura si no, una victima del "deber" que le impone la dictadura y también una victima de u propia conciencia, en esos 2 puntos me refiero a que, primero a que la presión a la que sometían los altos mandos a los soldados de bajo rango no era menor ya que el simple hecho de saber que uno de ellos o su familiares podría ser el siguiente en estar atado a una silla con la cara tapada siendo torturado, resultaba ser una gran "motivación" para ser actos que en la mayoría de los casos no querían hacer (o por lo menos eso es lo que yo logre entender luego de leer algunas obras en clase como "Pedro y el Capitán") lo que me lleva al siguiente punto que es que gran parte de la tortura que se le realiza al torturador es auto infligida ya que a diferencia de la tortura que el torturador ejerce, la tortura que este  recibe es una tortura psicológica ya que es la propia conciencia de este la que le hace pensar una y otra vez que es un humano despreciable, que si la persona a la que el esta torturando realmente se lo merece, sobre que es lo pensaran su familia de el, sobre el hecho de que el no quiere torturar pero que tiene demasiado medio de enfrentar las posibles consecuencias que harba  si es que falla etc., pero este comportamiento, esta tortura auto infligida no se acabara cuando el torturador deje el cuartel, si no que continuara mas allá de la barrera de su "trabajo" carcomiendo al torturador en los momentos mas personales de su vida, su relación con sus hijos, sus horas de sueño etc.

Tal vez luego de esto parezca que el torturador no es una victima de la dictadura si no que es una victima de si mismo y la culpa que lo persigue, pero de la forma en la que yo lo veo es un poco difícil de explicar pero creo que la frase que mejor sintetiza la idea que trato de expresar es que: la dictadura es la causante de su tortura pero su conciencia es la herramienta con la que lo torturan.

Para finaliza me gustaría aclarar un par de cosas que creo que no quedan del todo claras en los párrafos anteriores. Lo primero es que yo no busco justificar de ninguna forma las torturas que ocurrieron en cualquiera de las dictadura que ocurrieron en latino américa o en cualquier otra parte del mundo, sino mas bien de intentar darles un explicación en base a lo que vimos en clase de literatura. Segundo y ultimo quiero aclarar de que soy consiente de que varias situaciones de las que plantee están de cierta forma idealizadas, como el hecho de que todos los torturadores sentía culpa y eso transgredía espacios privados de su vida, pero me pareció pertinente hacerlo ya que eso es lo que varios textos leídos en clases daban a entender      

       Martin Roa





Pedro y el Capitán - YouTube



Destruir o quedarse callados: Dicotomía sobre la memoria en Formas de volver a casa


 

Un cono sur dañado y mutilado por múltiples dictaduras marca la historia universal, pero también, la esfera personal. La destrucción del ser por la necesidad de reconstruir el pasado familiar y social.  Una escritura del recuerdo, la interminable melancolía y nostalgia por lo no vivido y una pelea contra la memoria privada no logran satisfacer los vacíos de la dictadura y se traduce en el deseo de un recuerdo dentro de la novela. 

“Lo que se adhiere a la memoria son esos pequeños fragmentos extraños que no tienen ni principio ni fin” (Zambra, Formas de volver a casa, 2011)

 

Manifestaciones ligadas a la subjetividad de la memoria, son un aspecto fundamental dentro de la novela “Formas de volver a casa”, de Alejandro Zambra. De una manera distintiva, el personaje principal de la novela muestra una dicotomía personal en relación al ejercicio de memoria post dictadura, un cuestionamiento a su rol como un niño que vivió la dictadura, como inocente espectador de atrocidades humanas. La fase traumática de la post dictadura ya fue sanada, pero, ¿hasta qué punto es el ejercicio de memoria una forma de destruir el mal pasar y los traumas de una violenta dictadura? ¿Existe acaso, algún punto intermedio entre destruirse o quedarse callados, que sí sea, en efecto, una forma de volver tranquilo a casa? 

La memoria, es un marco cultural y social que matiza la historia, es una herramienta interrogatoria para indagar y comprender nuestro pasado. Más allá de la satisfacción emocional que puede conllevar la memoria, esta también es una forma de reflejar nuestra realidad en vivencias generales, un medio mediante el cual siempre terminamos hablando sobre nosotros. “Que, aunque queramos contar historias ajenas terminamos siempre contando la historia propia” (Zambra, Formas de volver a casa, 2011)

Zambra habla de lo frágil y específica que es la memoria, que esta abarca únicamente aspectos que nos agradan o nos destruyen; no existe un punto intermedio. Se podría decir, que el personaje principal tiene un juego de dos personalidades. Por una parte, explota su aspecto de personaje infantil e inocente, el cual recurre constantemente al ejercicio de la memoria para satisfacer vacíos de su infancia, dolencias latentes de la dictadura y su entorno socio familiar. Por otro lado, es un hombre que sufre, que no logra establecerse, que tiene un montón de vacíos y que intenta a toda costa olvidar. Las recurrentes presencias femeninas inquietantes, dentro de la novela “Formas de volver a casa” marcan la falta de memoria en el personaje principal, ya que, respecto a la presencia de mujeres, este cae siempre en el mismo error de volver a salir con mujeres con secuencias de personalidades que se repiten; vanidad, lejanía y quedarse callados. Podemos diferenciar dos aspectos narrativos distintos, que marcan las diferencias de estas dos personalidades; diario de vida y poesía. Un relato con angustia, mediante un diálogo tipo de diario, con una gran variedad de duras anécdotas sobre su vida de niño, de sus padres, su barrio, lo que su memoria añora recordar. “Habíamos pasado la tarde intercambiando relatos familiares donde la muerte aparecía con apremiante frecuencia” (Zambra, Formas de volver a casa, 2011) Esto marca su personalidad infantil en la novela. Por el contrario, a través de la poesía, es un hombre acomplejado emocionalmente, por el rol de mujeres en su vida, que no desea recordar, que vive relaciones donde predomina el quedarse callados, lo que es precisamente su mayor queja a la vida en dictadura. Acá podemos ver esta dicotomía de la personalidad de nuestro protagonista, que, por un lado, habla de lo terrible que fue ver a todos quedarse callados ante las injusticias, que le desesperaba no saber las explicaciones verdaderas y vivir hundido en mentiras, pero, por otra parte, este vive en relaciones amorosas que se basan en mentiras, sufrimiento y quedarse callados. “Estábamos cansados de que alguien escribiera el libro que queríamos leer” (Zambra, Formas de volver a casa, 2011)

 

El juego de personalidades, para mostrar el rol dicotómico de la memoria en la novela, es una forma interesante de ilustrar la capacidad de carga emocional del personaje, hasta qué punto es la memoria una manera de sanar heridas, en qué aspectos de la vida, si acaso el recordar las tragedias y errores de las vivencias pasadas personales o familiares es una herramienta de retroalimentación positiva, cuáles son los aspectos de nuestra vida que nos interesa sanar y recordar. A través de la literatura, los sentimientos más puros del personaje se reflejan, lo que, de una forma impecable, reemplaza a personajes secundarios. Esta novela, es una íntima reflexión personal de Alejandro Zambra, donde los nombres de los personajes no son relevantes, son intercambiables y olvidables. Lo que acá nos interesa, son las más personales frustraciones, confusiones sentimientos del personaje. “En lugar de gritar, escribo libros” (Zambra, Formas de volver a casa, 2011)




 

Martina Roessler IVC 


lunes, 28 de septiembre de 2020

 

Literatura y compromiso

"Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir" Cuadernos de Lanzarote. José Saramago.

 Dentro del gran número de conflictos sociales y políticos a través del siglo XX en el mundo, nos encontramos con hechos que ocurrieron casi que simultáneamente, como las dictaduras en Latinoamérica.  Algunas más largas que otras, pero todas se resumen en lo mismo, una alteración a la estabilidad sociopolítica de un país a la fuerza y un atropello sistemático a los derechos humanos básicos de los ciudadanos, como la censura o la tortura. Ante la violencia y la crisis surgieron varias respuestas artísticas con el compromiso de generar conciencia y pensamiento crítico, como la literatura y las obras de teatro, pues las manifestaciones artísticas, si bien no son expresiones de un proceso que implique acciones jurídicas o responsabilizantes, son escenario de transmisión de sentidos y develación de relatos, manifestaciones de lo no nombrado y lo no dicho[i]. “Pedro y el Capitán” (1979) de Mario Benedetti es un excelente ejemplo de esto, pues esta obra de teatro es una denuncia a la tortura[ii] y refleja así un compromiso con la memoria.

 En esta obra de teatro, Benedetti nos presenta aun dialogo entre torturador y torturado. La narración se lleva a cabo en una sala de interrogación donde el Capitán intenta extraerle información a Pedro, después de que este haya sido torturado físicamente. 

 A pesar de no narrar las escenas de tortura física, se nos presenta claramente al principio de cada escena la evolución esta, pues a medida que avanza la obra, el Pedro que nos presentan al principio, parece cada vez más lejano e irreconocible.  Lo que se nos expone muy claramente es la tortura psicológica a la que fue expuesto Pedro, como muchos presos políticos que sufrieron de humillación, manipulación, suplicio y tormento con tal de obtener información y de destruir por completo la identidad del prisionero.  Es así como esta obra cumple como denuncia, pues a través de la representación de un acto ilegal que atenta contra los derechos humanos, se convierte en acto de advertencia a la ciudadanía sobre algo que es irregular o ilegal.  

Lo particular de la obra de Benedetti, es que no es una denuncia a alguien o a un gobierno concreto, la reducción de elementos descriptivos del los personajes y del ambiente resalta y enfatiza simplemente el dialogo entre el torturador y el torturado, lo que tiene como consecuencia que la obra tenga una clase de proyección universal, que el relato sea aplicable no solo a todas las dictaduras latinoamericanas, sino a casi cualquier conflicto político en que se busque “domesticar” a la sociedad. También nos presenta a hombres de carne y hueso, no personajes que se pueden clasificar fácilmente como buenos y malos, muestra seres humanos que por diversas circunstancias han llegado a ser lo que son. Aquí queda expuesta la intensión de reflexión que quiere generar el autor, haciéndonos pensar sobre las circunstancias que llevan a alguien normal a actuar de manera extrema, nos hace preguntarnos si cualquiera o peor si nosotros mismos seriamos igual de proclives a hacer lo mismos. Pues como bien se menciona en “Las estrategias de un preso: Pedro y el Capitán, de Mario Benedetti” (Ernesto Lucero Sánchez):  La parte más aterradora del verdugo es su semejanza potencial con nosotros mismos”

A través de la exposición de una situación histórica, más específicamente de una denuncia a la tortura y de una intención reflexiva, de despertar la conciencia crítica del lector no solo ante la represión, sino a su propia vida, queda en evidencia el compromiso con la memoria, pues el objetivo es preservar la trascendencia de los hechos que inspiraron la obra y sobre todo de generar un aprendizaje.

A partir de esta obra, “Pedro y el capitán” queda clara la importancia del arte, en este caso de la literatura, a nuestro alrededor ya que cumple con el compromiso no solo de ser un registro de lo que nos rodea, sino también de preservarlo y fomentar el pensamiento crítico con este. Como bien aclara Jaques Rancière la experiencia del arte no es pasiva-contemplativa, sino que a través de la mirada del hecho artístico se tiene el poder de asociar y disociar, construir y reconstruir, significar y resignificar nuestra experiencia del mundo. Como vemos, el arte por sus características es una herramienta fundamental para la denuncia y la transformación social.[iii]

Ana María Rengifo Riaño





[i] Villa Gómez, J. D. y Avendaño Ramírez, M. (julio-diciembre, 2017). Arte y memoria: expresiones de resistencia y transformaciones subjetivas frente a la violencia política. Revista Colombiana de Ciencias Sociales, 8(2), pp. 502-535. DOI: http://dx.doi.org/10.21501/22161201.2207

 

[ii] se tomará la definición que propone Naciones Unidas:
A los efectos de la presente Convención, se entenderá por el término «tortura» todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en
el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia. (1987, Parte I, artículo 1)

 

[iii] Capasso, V. (2018). Lo político en el arte. Un aporte desde la teoría de Jacques Rancière. Estudios de Filosofía, 58, 215–235.

 Negacionismo, ¿expone o protege la democracia?


En este ramo hemos leído sobre las violaciones de derechos humanos durante algunas dictaduras en Latino América, por las discusiones que tuvimos creo que se podría decir que todos estamos de acuerdo sobre lo ocurrido con las torturas, censuras, el miedo constante, entre otros. Pero hay gente que no está de acuerdo y niegan estos hechos, a este fenómeno socio-político se le llama negacionismo. En el 2008 en la Unión Europea surgieron leyes anti-negacionistas que castigan con multas y hasta años de cárcel estos dichos o creencias (en Europa fue para los negacionistas del holocausto nazi), en Chile, la semana pasada se aprobó un proyecto de ley que sanciona la negación de las violaciones a los derechos humanos, como la mayoría de medidas, esta no pasó desapercibida y hubo opositores.

A favor de esta ley está el argumento de que es necesario ser tajante contra las violaciones a los DD.HH para que no vuelvan a ocurrir, al negar lo sucedido y tener una postura ambigua o negacionista se deja espacio para que estas vuelvan a ocurrir. Uno de los motivos por el cual se estudia la historia es justamente para entender los errores y/o atrocidades ocurridos en el pasado y aprender de estos para, idealmente, evitarlos en el futuro, entonces es necesario condenar las opiniones que podrían llegar a apoyar crímenes de lesa humanidad, por ende el sancionar el negacionismo ayudaría a la democracia, siendo otra forma de reprender a los que en un futuro, la podrían poner en peligro. 

Por otro lado, hay quienes creen que esta ley va en contra de la libertad de opinión, este derecho, como dice Carlos Peña en el diario  El Mercurio, es el reconocimiento de las ideas expresadas por miembros de una sociedad, básicamente es reconocer al otro como un ser pensante, permitir que lo sea y que lo pueda exteriorizar, según lo expuesto por el rector de la Universidad Diego Portales, el negar este derecho es tratar a las personas como un ser inferior, como un niño. También agrega que de una sociedad democrática se debería esperar que las ideas que puedan ser tontas o erróneas sean rechazadas por la sociedad y reemplazadas por mejores.
Ante estos dichos cabe preguntarse ¿debería haber limitaciones a la libertad de expresión?. La respuesta creo que depende, si la que buscas es la establecida por la ley, entonces la respuesta es sí, y en esta cita se explica cuales son esas barreras. “El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP), tratado internacional vigente y ratificado por Chile, establece en su artículo 19 que la libertad de expresión puede ser sometida a limitaciones siempre que (i) estén establecidas por ley; (ii) sean necesarias para garantizar los derechos o la reputación de terceros; (iii) sean necesarias para la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral pública. Además, el artículo 20 establece un mandato de prohibición legal de la apología del odio en tres hipótesis: cuando incite (i) a la discriminación contra ciertos grupos; (ii) a la creación de un ambiente hostil en su contra; y (iii) a la violencia.” (Negacionismo y Libertad de opinión, Matías Meza-Lopehandía G., biblioteca nacional, diciembre 2018). Soy de los que opina que no es aceptable argumentar que algo es válido o no diciendo que ‘lo dice la ley’, para mi eso es comparable con el típico ‘porque sí’, por ende es apropiado y aceptable criticar lo que dice el PIDCP y estar en desacuerdo con este y de ser así la respuesta podría ser no, que no debería tener limitaciones porque es la libertad de expresión es una de las bases de la democracia, como dice El Diario.es, “La libertad de expresión es un derecho de carácter institucional porque supone un pilar de la democracia” pero este derecho también la podría poner en peligro, un ejemplo de esto fue el libro de Adolf Hitler Mi Lucha, un libro donde el futuro dictador alemán expresa sus ideas, las mismas que en un futuro pondrá en práctica y significará el fin de la República de Weimar y de su incipiente democracia.

 Entonces, ¿tiene sentido restringir la libertad de expresión castigando a los negacionistas con el fin de cuidar la democracia?, mi conclusión es que si, aunque no creo que la democracia sea un sistema perfecto es lo mejor que tenemos, entonces permitir opiniones peligrosas que no la reconocen o la quieren eliminar me parece riesgoso, por ende creo que es necesario hacer sacrificios como censurar algunas opiniones con el fin de protegerla, sin embargo esto idealmente que las censuras sean las mínimas posibles, porque como ya comenté, la libertad de expresión es fundamental para que la democracia funcione y en nombre de protegerla se puede llegar a dañarla si no se es cuidadoso y no se censura solo lo estrictamente necesario.








María José Moraga


Fuentes

https://www.senado.cl/delitos-de-negacionismo-en-el-codigo-penal-mocion-busca-sanciones-para/senado/2019-12-16/181124.html

https://obtienearchivo.bcn.cl/obtienearchivo?id=repositorio/10221/26825/1/BCN2018___Negacionismo_y_libertad_de_expresion.pdf

La nueva herejía, Carlos Peña, El Mercurio (27/09/2020) https://www.nuevopoder.cl/la-nueva-herejia/

https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-09502014000200008

http://www.derechos.org/ddhh/expresion/#:~:text=Libertad%20de%20Expresion&text=El%20derecho%20a%20la%20libre,de%20todos%20los%20derechos%20humanos.&text=La%20lucha%20por%20la%20libertad,de%20expresar%20nuestro%20propio%20individualismo.

https://www.eldiario.es/contrapoder/libertad-expresion-democracia_132_3397813.html



viernes, 25 de septiembre de 2020

El olvido que guardamos en la memoria

Nuestros cerebros utilizan el mecanismo del olvido para protegernos de vivencias traumáticas que hemos experimentado. Aquellos recuerdos que puedan provocarnos emociones difícilmente soportables son aislados de nuestras memorias.  Podría parecer  ser entonces lo más lógico y sensato que como sociedades empleáramos el mismo mecanismo: no hablar de lo que pasó y mirar sólo hacia delante.  Pero esto es lo más iluso que podríamos hacer, porque no es por negarnos a recordar que lo sucedido deja de existir. 


“Hay un tipo de olvido que guardamos en la memoria. Se le puede oír respirar. Está esperando que intentemos romperlo, pero no es fácil. Sólo cuando recordamos algo, una breve insinuación, podemos entender la real magnitud de lo olvidado. Lo que quiero decir, a modo de advertencia, es que hay más olvido que recuerdo.”  Considero que es una buena y necesaria advertencia la que nos hace Nona Fernández, pues saber la magnitud de todo lo olvidado puede ser un impulso para comenzar – o continuar - el ejercicio de recordar. 

Hacer memoria nos ayuda a entender nuestro presente. Es comprender que la historia no es lineal, y que por lo mismo el legado de la dictadura de Pinochet se encuentra presente en nuestro contexto actual. Jorge Montealegre plantea también la dimensión individual del acto de hacer memoria: “(…) es hablar de uno mismo en y desde el presente. (…) ya no son historias pasadas, sino historias que están pasando.”  Hacer memoria nos permite entender cómo hemos llegado a ser lo que somos. Podemos comprender que venimos de una historia hecha por nosotras, las personas, y esto a su vez nos ayuda a desnaturalizar aquello que nos indigna, desnaturalizar que sigan habiendo injusticias y violaciones a DD.HH para así poder construir un futuro con los cambios que consideremos necesarios.

Me parece también que realizar trabajo de memoria es necesario para conocernos en nuestras facetas más terribles. Considero que es una advertencia importante que nos debemos hacer para saber las atrocidades que como humanidad somos capaces de cometer. En este sentido, me parece que el texto Cómo se forma un torturador de Paola Passig es muy esclarecedor. En nuestros imaginarios solemos pensar a los torturadores como monstruos, enfermos y psicópatas. Passig habla sobre diversos experimentos que demuestran que prácticamente, casi cualquier persona podría convertirse en torturadora si se encuentra bajo ciertas relaciones de poder y manipulación ideológica.  Es decir, la autora despatologiza a los torturadores. En lo personal sigo pensando que son monstruos, pero también es importante reconocer que son humanos. Sacar a los torturadores del lugar de los seres extraordinarios enajenados y situarlos en un lugar más cotidiano es sumamente desesperanzador, da mucho miedo. Sin embargo, es algo que debemos hacer para evitar que se repita la historia. Es nuestra responsabilidad saber lo terrible que son las violaciones a los DD.HH para permanecer todo el tiempo alertas, reconocer y luchar debidamente en caso de que algo así vuelva a pasar. 

Por último, quisiera decir que hacer memoria es el mínimo de sensibilidad y respeto que podemos tener por las víctimas de violaciones a DD.HH y sus familiares. Es evitar a toda costa convertirnos en una sociedad indiferente ante la injusticia que ha sufrido tanta gente en nuestro país. “No podría ser de otra manera, no podríamos vivir sin tocar en cada sueño la seda escarchada de sus cejas. (…) Nos obligamos a soñarlos, (…) como quien regresa a la niñez y se esfuerza por rearmar continuamente un rompecabezas, un puzzle facial desbaratado en la última pieza por el golpetazo de la balacera. (…) Por eso es que aprendimos a sobrevivir bailando la triste cueca de Chile con nuestros muertos. Los llevamos a todas partes como un cálido sol de sombra en el corazón.”  Lemebel nos muestra en su crónica El informe Retting lo necesidad que hay de ser sensibles. Se podría decir entonces que ser capaces de emocionarnos por las atrocidades que han ocurrido en Chile es una forma de brindarle tributo a los/as desaparecidos/as y a quienes los/as siguen buscando. 


Como dice Nona Fernández, es difícil recordar. Es doloroso. Y sería imposible recordarlo todo. Pero es sumamente necesario esforzarnos porque nuestra historia no quede en el olvido. No podemos dejar de discutirla, de reflexionar en torno a ella, de luchar por acabar con las injusticias del legado de la dictadura. 

El Estado chileno está en una deuda enorme en materia de memoria y de DD.HH. Sin embargo, creo que estamos en un momento esperanzador de nuestra historia. La efervescencia  de la actividad política que se ha visto durante el último año da pie para muchos cambios tanto a nivel cultural como estructural. 

Para finalizar, quisiera compartir una reflexión que realiza Julio Cortázar en Negación del Olvido, que considero, resume de una muy buena forma lo importancia de hacer memoria. “Todo lo que podamos hacer en el plano nacional e internacional tiene un sentido que va mucho más allá de su finalidad inmediata (…) algo que se llama dignidad, se llama libertad, y sobre todo se llama futuro.” 



Valeria Mery


Bibliografía

  1. Núñez, G. (2020) El Cerebro te Protege de tus Recuerdos Traumáticos. https://lamenteesmaravillosa.com/el-cerebro-te-protege-de-tus-recuerdos-traumaticos/

 

2. Fernandez, N. Preguntas Frecuentes. (2020) Obra de Teatro. GAM. 

 

3.  Montealegre, J. (2003) citado por Reyes, M.J. Pasado/ Presente en el Chile de hoy: Políticas de memoria en los discursos cotidianos. (p. 177)

 

4. Passig, P. (2004) Cómo se forma un torturador (pág. 3)

5. Lemebel, P. (2006) El informe Retting (pág. 2-3)

6. Cortázar, J. (1981) Negación del olvido (pág. 5)










 

 "El hombre sano no tortura a otros, por lo general es el torturado el que se convierte en torturador."

                                                                  C.G.Jung


   Al leer esta cita del psicólogo suizo uno se pregunta si es realmente correcto aquel planteamiento del tema y cómo a partir de este puede ser explicado el fenómeno de tortura masiva en la época de las dictaduras latinoamericanas. Se tomará esta cita como tesis para analizarla y tratar de responder si es cierto el planteamiento de Jung.


   Analizando la primera parte de la cita, se puede decir que es cierta si se considera a un hombre sano desde el punto de vista de la psicología biológica humana. Sobre la base de los instintos, cualquier especie de animales sociales, incluyendo a los humanos, está programada para el mejor rendimiento de la comunidad, ya que en base a la colaboración de individuos se logra la supervivencia y prosperidad de toda la especie. La tortura va directamente en contra de este principio biológico esencial, ya que involucra el daño y deterioro físico y psicológico de otro individuo de la misma especie fuera del contexto de la competencia. Es decir, el acto de tortura biológicamente termina dañando a toda la especie. De esto se desprende que, para que un hombre, en un principio psicológicamente sano, llegue a torturar a otro, debe haber un cambio radical en su pensamiento. Este proceso consistirá en la deshumanización integral de un individuo con el fin de que se convierta en un torturador.


  Pasando a la segunda parte de la cita y guiándose por el sentido literal de la tortura física, se puede decir que la práctica de la tortura hacia un hombre, como herramienta para que este se convierta en un torturador, realmente ha existido en la época de las dictaduras civico-militares en Uruguay (1973-85) y en Argentina (1976-83). Sin embargo, no hay evidencias de la aplicación masiva de aquel método y las cifras de las torturas realizadas durante este periodo no se comparan con las vagas evidencias de su uso.


   Entonces, ¿Por qué se puede decir que la formación de un torturador es un proceso de tortura? Para entender de mejor manera a lo que se refiere Jung con esta cita, es necesario volver a la deshumanización del individuo. Tras haber realizado un análisis breve de la concepción y funcionamiento de la tortura, se puede deducir que este acto consiste justamente en la deshumanización de la víctima con algún fin, el cual en este caso será la formación de un torturador. A continuación se explicará por qué el proceso de formación de un torturador involucra una deshumanización.  


   Ya se aclaró por qué la tortura no es una característica de algo humano desde el punto de vista biológico, por lo que ahora se tomará la concepción del ser humano desde el punto de vista filosófico y psicológico. Rene Descartes ha planteado “Pienso, luego existo”. En esta concepción del ser humano, el proceso de reflexión y pensamiento toma el lugar principal. En contraparte, todo lo que se aleja de estos procesos no se considera como algo propio del ser humano. Precisamente, esto es lo que ocurre en el contexto de la formación de un torturador. El instrumento fundamental y primario en este proceso es el adoctrinamiento y la creación de un sistema de pensamientos que se instalan en la mente del futuro torturador. Este sistema de pensamientos se caracteriza por su exactitud, la división del mundo en blanco y negro, la creación del enemigo (los grupos que van contra el Estado) y el objetivo absoluto (la seguridad nacional y el orden). Al haber envuelto la mente del futuro torturador en esta forma clausurada de ver el mundo, este pierde la capacidad propia de razonar y de pensar fuera del sistema predeterminado. Por ende, se evidencia una deshumanización desde el punto de vista filosófico. 


   Una vez traspasado este punto de la pérdida de la capacidad de razonamiento humano, ocurre la deshumanización desde el punto de vista moral. Algo humano desde este punto de vista es algo que coincide con los principios morales. Debido a que el individuo ya no posee la capacidad de razonar de un modo suficientemente autónomo, se facilita el último paso en su conversión a un torturador. Sus pensamientos y convicciones ya están dictados por un factor externo, y a raíz de esto, sus acciones también pueden ser determinadas por la autoridad. Entonces, si las acciones requeridas van en contra de los principios morales básicos, como por ejemplo el no dañar al prójimo en el caso de la tortura, el individuo traspasará estas reglas y perderá su humanidad moral. 


   Concluyendo todo lo dicho anteriormente, se puede apreciar que Jung tiene razón al decir que es el torturado, y no el hombre sano, quien se vuelve un torturador. Esto se debe a que, entendiendo a la tortura como un acto de la deshumanización de su víctima, el proceso de la formación de un torturador encaja justamente con esta definición. Este consiste en una deshumanización integral del individuo, viéndolo desde el lado biológico, filosófico y moral y por tanto, también es una tortura.


Gleb Mikhurinskii


jueves, 24 de septiembre de 2020

 

La muerte, martirio y consuelo para dos

 

¿Cada vez que alguien piensa en la muerte sentirá el mismo escalofrío a lo largo de la columna? Este es de esos temas que atormentan a la humanidad desde que sabemos que existe y es complicado de hablarlo en casi cualquier contexto. La muerte es el fin de nuestras oportunidades, sentimientos y tiempo. Le tememos, la evitamos hasta el punto de poder ser corrompidos totalmente por el hecho de no morir. ¿En qué situación alguna persona preferiría eso antes que seguir? O aún más, ¿en qué situación podría tranquilizarte el hecho de que vas a morir? Claramente estos son dilemas, situaciones sin una decisión totalmente buena. Uno de los escenarios que se me ocurren para esto es al momento de ser torturado, que suele ser la típica respuesta a “¿qué será peor que la muerte?” Escenario que es muy bien abordado por Mario Benedetti en su obra Pedro y el Capitán. Sin embargo, creo que este tipo de situaciones crea un dilema que es compartido tanto por el torturador como por el torturado, junto con el miedo y la tranquilidad de morir.

 La posición del torturado es algo más fácil de imaginar, pero no por ello menos cruda. El miedo surge al momento de tener a alguien en total control de tu situación y dispuesto a hacerte sufrir de cualquier manera posible para conseguir algo de información de ti. Temer a morir es lo que ha llevado a tanta gente a confesar y revelar información, temer que tu vida no vuelva a ser la misma, temer no volver a ver a tus seres queridos y que sus amenazas se hagan realidad es más que suficiente para que una persona se quiebre y quiera hablar. Sin embargo, ¿después qué, te dejarán tranquilo? ¿Volverás a tu vida normal sabiendo que estás ahí gracias a la muerte de otros? ¿Qué valoras más, tu vida o la de tus seres queridos? Bajo esta presión, estrés y sufrimiento es en el que se genera el claro dilema de vivir a costa de confesar y todas sus implicaciones o sufrir hasta morir por tus seres queridos y valores. Un escenario que nos plantea muy bien Benedetti en su obra Pedro y el Capitán, donde su personaje principal finalmente, frente a este dilema, decide morir. “No es teatro capitán. Estoy muerto. No sabe qué tranquilidad me vino cuando supe que estaba muerto. Por eso ahora no me importa que me apliquen electricidad, o me sumerjan en la mierda, o me tengan de plantón, o me revienten los huevos. No me importa porque estoy muerto y eso da una gran serenidad, y hasta una gran alegría. ¿No ve que estoy contento?” (Benedetti, pág. 53) Es en este momento en que eso que antes lo atormentaba termina resultando su consuelo y salvación. De esta forma consigue liberarse del dilema, y no tan solo crear una barrera entre él y el torturador como plantea Benedetti, sino que, pasarle el dilema al propio torturador.

Por el otro lado de la vereda tenemos al torturador. Esta es otra persona que, por motivos diferentes, ha sido llevada a su límite. Estas personas viven de la muerte y no precisamente de la suya. Dentro de la sala están en total control de la situación y de la muerte de la otra persona. No le tiene miedo porque sabe que la domina y usa eso a su favor. Sabe que amenazar contra la vida de la otra persona lo llevará al límite y esto lo tranquiliza. Viéndolo de esta manera, la relación del torturador con la muerte podría tomar el camino opuesto al del torturado e incluso más largo. En un principio él trabaja con ella, la usa para amenazar, quiere derrotar a su enemigo y usa a la muerte como una aliada para ello. ¿De dónde surge el miedo para el torturador entonces? Este comienza a aparecer cuando sale de la sala de tortura. Ya no es él el que está en control de la situación, sino que su familia y sus superiores al decidir qué piensan de él o qué hacer con él y su familia. Es en este momento cuando le invaden las mismas preguntas al torturador. ¿Después qué, te dejarán tranquilo? ¿Volverás a tu vida normal sabiendo que estás ahí gracias a la muerte de otros? ¿Qué valoras más, tu vida o la de tus seres queridos? Cuando esto ocurre empieza el miedo en la muerte, pero en la muerte prematura del torturado sin dejarlo cumplir su objetivo de obtener información, como nos deja ver Benedetti. “Pedro, usted ya está muerto y yo también. (…) ya no hay posible retroceso. Estoy entrampado. Si yo le dijera que no puedo abandonar esto (…). Si no lo dejo es porque tengo miedo. Pueden hacer conmigo lo mismo que (…) hacemos con usted.” (Benedetti, pág. 86) Acá nos deja ver claramente cómo los papeles se invierten y el torturador pasa al papel de torturado, con la diferencia que ya no puede volver a ver la muerte como una amiga. “Usted puede aguantarlo, porque tiene en qué creer, tiene a qué asirse. Yo no.” (Benedetti, pág. 86). Y es aquí, sin redención alguna cuando se le plantea el dilema al torturador. Seguir haciendo su trabajo deshumanizado, sin propósito, odiado por sus cercanos o pasar por lo mismo que pasó todo el resto de gente que torturó para finalmente morir.

Para concluir, podríamos decir que la muerte juega un rol fundamental dentro del contexto de la tortura. Sirve como motor de los dilemas que se les presentan al torturador y al torturado además de tranquilizar y martirizar a ambos, a pesar de que pasen por caminos realmente diferentes.

 

 

José González



Bibliografía

Benedetti, M. (s.f.). Pedro y el Capitán. Buenos Aires: Ediciones la Cueva.

 

  Desconocerse para conocerse mediante la escritura Y a veces, al escribir, limpiamos todo, como si de ese modo avanzáramos hacia algún lado...