sábado, 30 de octubre de 2021

Quebranto moral y antagonismo entre el protagonista y la música de Mozart en "escuchar a Mozart"

En este artículo se abarcará uno de los cuentos del Uruguayo Mario Benedetti, más específicamente "Escuchar a Mozart", del libro "Con y Sin Nostalgia", y cómo en este se retrata el trabajo del protagonista como torturador que termina por transformar su identidad, afectado así a su voluntad y noción de sus acciones. Así también se analizarán elementos y conceptos arraigados en este, tales como el paralelismo entre el protagonista y el compositor  austríaco Mozart, al cual ya desde el título se le alude intertextualmente. Por último, distinguiremos aspectos sobre el comportamiento del protagonista, desde antes de ejercer el oficio de torturador, hasta el presente de la obra, en el cuál se relata al protagonista deconstruido moralmente bajo la premisa del dicho "el fin justifica los medios", siendo este único participe de "los medios", sin siquiera saber "el fin". 

Lo que primero resalta a simple vista al leer esta obra es la voz del narrador, la cual es directamente sacada de la conciencia del personaje principal mediante la técnica narrativa de monólogo interior.

Esto nos hace pensar que, si bien el narrador es protagonista, este tiene un conflicto interior entre dos "personalidades" o corrientes de pensamiento, refiriéndose a si mismo como tú, como si fueran dos personas distintas. Este factor nos ayuda a analizar más fácilmente el deterioro psicológico entre la época antes de ejercer como torturador, y el presente del texto en donde se ve carcomido por su detrimento anímico ocasionado por su trabajo dentro del régimen militante. 

Otra característica de este cuento es el uso de flash backs para referirse al tiempo en que el protagonista "escuchaba a Mozart" y haciendo varias alusiones sobre los requerimientos personales y morales que se deben tener para escuchar a Mozart. "Mozart te gusta desde que ibas con Amanda a los conciertos del Sobre, cuando todavía no había Jorgito ni subversión, y la faena más irregular de los cuarteles era tomar mate. Y fíjate que curioso, ahora Amanda no tiene ganas de escuchar música, ninguna música, ni Mozart ni un carajo, sencillamente porque tiene miedo y teme atentados y vela por Jorgito, y claro a Mozart no se le puede escuchar con miedo sino con el espíritu libre y la conciencia vacía".

Tal como la del protagonista, purgada una vez ya ha torturado a alguien. Por lo cual este símbolo expone en su totalidad el cambio del protagonista ,respecto a su personalidad y conciencia. Y esto provocado por el ejercer de torturador. Por último, la mayor muestra del quebranto moral y extravío de cualquier raciocinio respecto a sus acciones se puede observar al final del relato. 

En el momento en que Montes pierde los estribos tras una conversación con su hijo, Jorgito, en donde le pregunta implacablemente sobre su trabajo y que si acaso era torturador.

Para resumir y en forma de cierre de este artículo, se puede concluir que la moral del protagonista se ve en decadencia conforme avanza la obra debido a su trabajo como torturador, que termina por transformar su identidad y afectando así su voluntad y noción de sus acciones, esto se evidencia mediante símbolos dentro del cuento tales como la música de Mozart, comportamientos y monólogos interiores del protagonista.

Eduardo Carlin Retamal, 30-10-2021

lunes, 25 de octubre de 2021

 La memoria colectiva y la resiliencia de un país completo


La novela “Formas de volver a casa'' (2011) del autor chileno Alejandro Zambra se compone por cuatro partes: (1) “Personajes secundarios”, (2) “La literatura de los padres”, (3) “La literatura de los hijos” y (4) “Estamos bien”. En el relato se entremezclan narraciones de carácter autobiográfico, las cuales hacen referencia a historias de infancia y de adultez del autor, que se desarrollan en la ciudad de Santiago. Ambas etapas del protagonista, están marcadas por los terremotos del año 1985 y 2010, los cuáles han marcado las vidas de aquellos chilenos que los vivieron. 

En los capítulos se tratan diversos temas que surgen en un contexto de dictadura y toman un significado específico dependiendo de las realidades y experiencias que se hayan vivido. Algunos son el concepto de la literatura (el uso de la autoficción y metaficción); la infancia y la nostalgia; la identidad propia y colectiva (en distintas etapas de la vida e historia); y de la misma forma se encuentra la memoria. 

Este último concepto tiene distintos significados, pero creo que todos nos podemos hacer una idea a que se refiere en esta obra y cómo se aplica en un ámbito social. A través de la memoria, podemos recordar ciertos hechos que han tenido impacto en nuestras vidas, así como también conmemorar y darle valor a aquello que nos llama a recordar.  Si consideramos la memoria como la recopilación y organización de recuerdos con sus respectivos pesos emocionales y culturales por un individuo o un grupo (país), entonces ¿para qué sirve la memoria y de qué forma esta aporta en la formación de una identidad que ha vivido una dictadura? 


En la novela, la memoria se aborda de dos maneras; memoria individual y memoria social/colectiva. Por una parte, el narrador intenta reconstruir la línea de tiempo de su infancia (vivida en plena dictadura) con el objetivo de lograr reconocer situaciones que tenían un significado mucho más complejo del que creyó en el momento, debido a la inocencia propia de la edad del niño y también al escenario de represión del momento, donde muchas realidades eran negadas o silenciadas. 


El novelista busca forjar una memoria propia, más allá de lo que sus padres le transmitieron. Para ello, repasa escenas del pasado que no parecían importantes o que entonces no supo interpretar, para dotar de nuevos sentidos la experiencia vivida y de esta forma no solo ser “un personaje secundario”. A pesar de la supuesta neutralidad política de los padres, el protagonista logra forjar su propio criterio, comprendiendo que su infancia estuvo rodeada de crímenes y abusos que son inexcusables. El autor, al llegar a su vida adulta, es consciente que, de alguna manera fue parte de la vida de muchos chilenos activistas y opositores de la dictadura. 

Por otro lado, la memoria es también defendida por el narrador como un valor social necesario, que exige un conocimiento de la historia y un compromiso de la sociedad para evitar incurrir en los mismos errores del pasado. 

En este cruce entre la memoria como práctica individual y como valor social, la novela traza un puente entre la historia personal del protagonista y la historia de Chile.

La memoria cumple dos roles fundamentales para la recuperación cultural de un país luego de un gobierno dictatorial. En primer lugar, reconstituye una historia que tiene un gran valor social y cultural para un país, de esta forma se comprende la política y problemas sociales que pueden existir, es decir, explica y argumenta el contexto de un país. En segundo lugar y más importante, la memoria colectiva nos ayuda a conmemorar todo sufrimiento que se puede generar de generación en generación que no puede ser ignorada, sino que recordada. 

Es nuestro deber y responsabilidad como sociedad, ser conscientes y capaces de reconocer elementos en la identidad colectiva que fueron implantados a la fuerza en momentos político-sociales de desesperanza y sufrimiento para muchos. 


“Elizabeth Jelin sigue diciendo que “el acto de rememorar presupone tener una experiencia pasada que se activa en el presente, por un deseo o un sufrimiento, unidos a veces a la intención de comunicar”. (...) La memoria para los que no vivieron un pasado “es una representación del pasado construida como conocimiento cultural compartido por generaciones sucesivas y por diversos/as otros/as.” 1


“El presente ―es decir, las formas de significar el aquí y el ahora― se encuentra fuertemente conjugado con el pasado; los desaparecidos, las huellas de la violencia en los cuerpos, los huérfanos o las madres con sus vacíos, se hacen presentes, ejercen fuerzas, despliegan movilizaciones, construyen sujetos sociales y dotan de identidad a los colectivos. En estas formas sociales colectivas (grupos de familiares, comisiones de revisión para el pasado, estudiantes organizados, etc.), así como en la subjetividad social que las constituye, el tiempo no es una condición lineal: el pasado, el presente y el futuro se encuentran constantemente superpuestos.” 2

Podemos ver la memoria colectiva de muchas maneras. Esto nos lleva una vez más al tema de la marginalización, que al final del día, une a los individuos que han vivido situaciones discriminatorias de manera sistemática e institucionalizada. 

Cuando un trauma afecta a alguien, la única forma de superarlo, es enfrentarlo. De lo contrario, esto seguirá haciendo daño. 

Personalmente, a pesar de haber nacido en democracia y estar bastante alejada de la represión vivida en dictadura por mis familiares y cercanos, comprender la historia reciente de dictadura y de alguna manera ser parte de la memoria colectiva de Chile, me resulta fundamental y sin duda, responsable para forjar mis decisiones políticas y sociales como ciudadana.



1 Naranjo Ahlmark, F. (2015). Llenar el vacío [La memoria y el uso de autoficción y metaficción en la novela Formas de volver a casa de Alejandro Zambra].

2 Manero Brito, Roberto, & Soto Martínez, Maricela Adriana (2005). Memoria colectiva y procesos sociales. Enseñanza e Investigación en Psicología, 10(1),171-189.[fecha de Consulta 17 de Octubre de 2021]. ISSN: 0185-1594. Disponible en:   https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=29210112 








viernes, 22 de octubre de 2021

Pedro y el Capitán: una batalla entre un torturador y un torturado

 Pedro y el Capitán: una batalla entre un torturador y un torturado


Laura Wielandt 



Pedro y el capitán es una obra escrita en 1979 por Mario Benedetti. Mario Benedetti fue un escritor, poeta, dramaturgo y periodista uruguayo, fue la figura más relevante de la literatura uruguaya de la segunda mitad del siglo XX y uno de los grandes nombres del Boom de la literatura hispanoamericana. Esta obra trata sobre la tortura en una dictadura que desde un principio planea un tenso y largo diálogo entre victima y verdugo. Un diálogo sobre la libertad y responsabilidad asumida entre un prisionero político y su torturador.


La historia comienza en una austera sala de interrogatorios ocupada por dos hombres. Uno, pulcro, elegante y autoritario; el otro, encapuchado, sangrante y dolorido. Ellos son Pedro y el Capitán. Pedro es un militante que representa el ideal de resistencia a través de su silencio como escudo y su negativa como arma. 

El capitán, hombre que se llama a sí mismo el “bueno”, ya que todo lo justifica porque son órdenes y su deber. El capitán es el representante del sistema, el encargado de hacerle hablar, de romper la resistencia de pedro.


“Una silla, una mesa, un sillón de hamaca o de balance. Sobre la mesa hay un teléfono. En una de las paredes, un lavabo, con jabón, vaso, toalla, etcétera. Ventana alta, con rejas. No debe dar, sin embargo, la impresión de una celda, sino de una sala de interrogatorios.”


Así comienza en una sala de interrogatorios un terrible juego dialéctico que combina idealismo y crueldad, moralidad y culpa, censura y entendimiento en un espiral donde se acentúa la barrera entre víctima y verdugo. Esta historia ahonda en el profundo pozo de la psicología del ser humano, según define el propio Benedetti, “es una indagación dramática en la psicología de un torturador. La distancia entre ellos es, sobre todo, ideológica y es quizá ahí donde reside la clave de otras diferencias, que abarcan la moral, el ánimo, la sensibilidad ante el dolor humano, el complejo trayecto que media entre el coraje y la cobardía, la poca o mucha capacidad de sacrificio, la brecha entre traición y libertad“.

Ambos personajes cumplen un papel preestablecido, pero ¿qué ocurre si ese papel se quiebra? He aquí el problema. A lo largo de la historia el capitán comienza a tener dudas cada vez más insistentes porque su método no funciona, algo que según nos cuenta es la primera vez que le pasa. La negativa y el juego de Pedro hacia el Capitán comienza a lograr que este dude de sí mismo. En fin esta historia se vuelve la historia sobre un torturador torturado, ya que el capitán se da cuenta que se siente atrapado, por qué se da cuenta del horror que está perpetrando y a la vez comprende que no puede salir de ahí. Ese es el problema de cuando asumes las cosas que haces o provocas. Pero esta historia no es el enfrentamiento entre un monstruo y un santo, sino entre dos hombres, dos personas, ambos vulnerables y resistentes a sus ideologías. 


Finalmente en esta historia la tensión dramática no se da necesariamente en el diálogo, sino en el interior de ambos personajes. Una batalla entre un torturador y un torturado.



miércoles, 13 de octubre de 2021

De personaje secundario a principal

 por Matilde Vergara


En Formas de volver a casa, Alejandro Zambra no solo expone el proceso de aceptar el pasado y las acciones o roles de otros en él, sino de ir descubriendo la infancia bajo la mirada del yo presente.

En el primer capítulo, Zambra narra algunos pasajes de la infancia en dictadura de un niño en Maipú. Es decir, narra la infancia en dictadura desde el punto de vista todavía infantil. En el segundo capítulo, Zambra se adentra a la autoconciencia, rasgo de la metaficción que expresa las preocupaciones del escritor respecto a su rol y su escritura, ya que narra las dificultades de escribir esta novela a través de un diario personal sobre su vida “real”. En el tercer capítulo, se entrelazan estas dos perspectivas, la del niño supuestamente ficticio que ahora se nos presenta como adulto, y la del autor. Finalmente, en la cuarta parte vemos como los dos protagonistas, Eme y el autor, se relacionan e identifican a sí mismos en la novela, Eme con Claudia, y el autor con Raúl.

La estructura de la novela nos permite acompañar al niño mientras crece, reflexiona e intenta comprender, y al autor mientras crece, reflexiona, intenta comprender y comunica.

Así, lo que quiero destacar de esta novela es la interrelación entre nuestro pasado, presente y futuro. Cómo la infancia afecta a la identidad futura y cómo la identidad presente puede cambiar cómo vemos nuestra infancia.

El mismo autor expresa cómo siente que “entonces [los niños eran] justamente eso, personajes secundarios” (2011, p.28). En su futuro esto lleva a su mentalidad de “es bueno no saber, esperar nada más” (p.80). Esto no solo se debe a que, desde pequeño, no estuvo al tanto por lo que su país estaba pasando y lo que su familia opinaba, también es debido a la diferencia que nota en comparación con el pasado de otras familias que sufrieron pérdidas de cualquier tipo y ya en el presente, por haber descubierto que sus padres no estaban en desacuerdo con la dictadura, mentalidad que él no entendía ni compartía.

Acá vemos representado cómo el ser un personaje secundario, sin ninguna agencia sobre las situaciones que vive ni sobre cómo los más cercanos a él opinan o reaccionan, dan a paso a una construcción de uno mismo aprensiva al cambio y al enfrentamiento con su pasado, al cual antes no le había dado importancia.

El deseo por la construcción de uno mismo hecha por uno mismo lleva así también a la autoexpresión. Con esto, no me refiero al hecho de que el autor escriba una novela con elementos autobiográficos, sino al derecho que sienten por aprender sobre su pasado y poder construir una opinión por sí mismos.

Esto se ve reflejado además a través de la historia de Claudia, hija de Roberto, el cual debía fingir ser su tío Raúl por medidas de seguridad ya que escondía gente que estaba en peligro. En esta historia sobre todo podemos ver el efecto que las vidas y decisiones de los padres durante la dictadura, durante la época en que ellos fueron los personajes principales, tienen en sus hijos y en su camino a la adultez. Claudia, a diferencia de nuestro protagonista, viene de una familia con muertos y dolor. Esto la lleva a relacionarse más cercanamente con la dictadura, aunque no tenga toda la verdad o no logre comprender. Es por eso que, para ella, “la década de los noventa fue el tiempo de las preguntas” (p.58), la década donde “buscaba su lugar en esa historia” (p.58). A diferencia del autor, que más que buscar su lugar, busca a través de la reflexión, su opinión y su identidad política frente a estos hechos, la posibilidad de ser algo más que un niño, algo más que lo que su padre es (p.19). Pero ambos tienen algo en común: preguntan “para llenar un vacío” (p.58).

Así, ambos personajes secundarios ya no quieren estar “a salvo de la historia” (p.82), ya que entienden que “recuperar las escenas de los personajes secundarios” (p.61) lleva a la construcción de su yo presente. Del yo que al fin logra entender un tiempo tumultuoso y cómo fueron moldeados por las acciones de otros para, ya sea desentrañarse de este molde o aceptarlo. Para tener la libertad de decidir su identidad y de expresarla sin remordimientos, ya que finalmente entienden que hay distintas formas de llenar ese vacío, hay distintas formas de ver el mundo (y que estas ya no dependen de sus padres o figuras autoritarias), que hay distintas formas de volver a casa. Y eso los hace personajes principales de su propia historia.


Bibliografía:

Zambra, A. (2011). Formas de volver a casa


Aprender a vivir entre los escombros: una guía de los personajes secundarios

por Isidora González

¿Existe realmente la necesidad de usar personajes secundarios en la creación de una novela?. Quizás, en un principio, en el borrador hecho con lápiz mina, simplemente para rellenar silencios que incomodan al autor. Pero, ¿y después?, ¿deberían desaparecer o lograr superar la impresión que dejan con su insustancial aparición?. En “Formas de volver a casa” Alejandro Zambra indaga el protagonismo de personajes secundarios peculiares: los niños de la dictadura. Aquellas personas afortunadas que se sienten condenadas por la protección que recibieron de sus papás durante esa época. A las que no les tocó, o no tuvieron cómo conocer el pavor, la muerte y el dolor.
La memoria es algo frágil, la infancia lo es también, y lo es aún más haber crecido a salvo de la historia. Ocurre entonces que los recuerdos de estos niños, de los protagonistas de esta novela, no son recuerdos en sí. Rellenan con memorias ajenas el vasto vacío que tiene su pasado para tener una sensación de identidad legítima, para ser capaces de sobrevivir sin recuerdos aparentes. Esto mismo sucede en la novela de Zambra, donde el autor logra poner en palabras la historia de estos personajes secundarios. Es más, la obra no sólo narra, sino presenta una gran fuente de información de la cual logré concretar lo siguiente: una guía para aquellos extras sin ayer, aquellos que anhelan independizar su memoria.
Esta cuenta con tres requisitos para vivir en las consecuencias del pasado y aprender a utilizar los escombros:
1.La necesidad de un pasado
2.La necesidad de entender
3.La necesidad de compartir


1.La necesidad de un pasado

“La rápida confianza en los escombros 
(...)
La cálida esperanza de volver
Sin pasos sin camino de memoria
La larga convicción de que esperamos 
Que nadie reconozca en nuestra cara 
La cara que perdimos hace tiempo.”
(Zambra, 2011, p.81)

¿Qué somos sin un pasado?. Aunque la idea es “vivir en el presente”, la identidad de una persona requiere de experiencias para forjarse, especialmente de aquellas que marcaron hitos en la vida personal y/o colectiva. Los protagonistas transitan ciegos por un mundo destruido por la dictadura, y su ceguera se debe a no haber existido realmente durante ese período. Es más, estaban convencidos de su inactividad en la historia. Esto se detalla en la siguiente cita: 
“Cuando grande voy a ser un personaje secundario, le dice un niño a su padre. 
Por qué.
Por qué qué.
Por qué quieres ser un personaje secundario.
Porque la novela es tuya.” (Zambra, 2011, p.36)
Lo que ocurre acá es que los personajes creen que no tienen fundamento para establecer su propia “novela” al no tener recuerdos propios: “La novela es la novela de los padres, pensé entonces, pienso ahora.” (Zambra, 2011, p.27). Debido a esto cuando los protagonistas escriben sus libros recurren a las memorias de otros, ya que ansían desesperadamente vivir de alguna forma lo que ocurrió, como lo presenta esta cita: “Lo que pasa (...) es que espero una voz. Una voz que no es la mía (...). O es que me gusta estar en el libro. Es que prefiero escribir a haber escrito. Prefiero permanecer, habitar ese tiempo (...).” (Zambra, 2011, p.27). Ahora, esta acción los ayuda paradójicamente a utilizar los escombros de la dictadura y reflexionar acerca del verdadero significado de la memoria: primer paso de la guía.

2.La necesidad de entender

““Antes no había luz eléctrica”, decía cuando encendía las velas. Me costaba imaginar un mundo sin lámparas, sin interruptores en las murallas.”
(Zambra, 2011, p.75)

Los protagonistas de la novela tenían su “espantacuco”, aquella incondicional luz que los salvaba, cuando lo precisaran, del horror que es ser vulnerable. Era la única salida disponible, y sus papás no podían escapar de la realidad por ella. Como consecuencia, los personajes no se pueden apropiar de los recuerdos que utilizan para reconstruir su pasado, porque no los logran comprender, no tienen las facultades para dimensionar el existir en dictadura. Si bien, al principio los protagonistas de Zambra se demoraron en reconocer la verdadera carencia que tenían (el significado de la memoria):  “Pienso que nos hemos convertido en (...) turistas (...) dispuestos a pasar mucho tiempo agotando los ojos (...)”
entendieron rápidamente que nunca van a entender ... y lo aceptan: “(...) pero que repentinamente decidieron volver y mientras vuelven respiran un alivio largo. (...) y aunque no podamos, (...) no sepamos hablar de inocencia o de culpa, dedicamos los días a repasar una lista larga que enumera lo que entonces, cuando niños, desconocíamos. (...)” (Zambra, 2011, p.70). Es así, a través del reconocimiento de conceptos que aparecieron por primera vez en tiempos oscuros y los sentimientos que les suscita el haber ignorado lo que sucedía, como pasan al último requisito. 

3.La necesidad de compartir

“(...) pienso que la ropa de los padres debería siempre quedarnos grande.”
(Zambra, 2011, p.71)

La última etapa, el último requerimiento. Aquí, los protagonistas definen su rol en lo poco que dejó la dictadura. Se percatan que algunos asuntos siempre serán de otros, y eso no los excluye del duelo nacional y del proceso de recuperación que se desarrolla hasta el día de hoy. 
Esta, la historia de los perseguidos, de los desaparecidos, es la historia que no les corresponde contar, que es tan ajenas a ellos, que no tendría sentido explicarles la trama. Pero que de todos modos les corresponde escuchar, no sólo para que cumplan su labor como acompañantes durante el duelo, sino por cuánto esperaron para saber: “Abandonamos un libro cuando comprendemos que no estaba para nosotros. De tanto querer leerlo creímos que nos correspondía escribirlo. Estábamos cansados de esperar que alguien escribiera el libro que queríamos leer.”(Zambra, 2011, p.78). Lo que presenta la cita explica la razón detrás de lo que realizaron los personajes de Zambra para construir su pasado: era simplemente sentir que el resto quería que ellos escucharan su historia y que los considerara dignos para hacerlo.


Fuente: Zambra, Alejandro (2011). Formas de volver a casa. Anagrama 









martes, 12 de octubre de 2021

           La historias que nos cuentan historias de historias, “Formas de volver a casa”


por Josefa Rojas


Formas de volver a casa y su particular técnica narrativa, me hace reflexionar sobre todas las historias que han sido contadas específicamente con el propósito de que no todos la entiendan, de todas las cosas que hablan los adultos con nombres inventados para que nosotros, los niños, no entendamos. Alejandro Zambra logra a través de una historia simple, pero compleja a la vez, contarnos la vida de una persona sin contarnos la vida de esa persona.

En el contexto de la dictadura, la censura y el temor a la libre expresión generaban que dentro de las familias y en ciertos ámbitos sociales se contaran las cosas que estaban pasando de una forma muy particular, no se daban los nombres reales de los participantes, se modificaban los lugares, se cambiaban los tiempos y las situaciones para dar a entender de forma solapada las cosas reales que estaban sucediendo y así impedir que las personas fueran perseguidas o corrieran peligros. Y de esto ni hablar con los niños, para ellos estos temas eran prohibidos, no podían escucharlos, no podían tener opiniones,  ni hablar, ni hacer comentarios, ya que después de todo, esto dejaba ver las ideas políticas de su familia o su participación en la dictadura y cualquier cosa que se dijera en el colegio, en la plaza o en la calle podía comprometer a sus cercanos o exponerlos a que se corriera la voz sobre su postura, lo cual podría llevar a la exposición de los aliados de la resistencia contra la dictadura.

Me parecía importante comentar esta novela con mi madre que al igual que los protagonistas de la novela y el mismo autor del libro, nace en dictadura, pero a diferencia de ellos su familia si se veía de una forma u otra involucrada con esta situación, como la familia de Claudia. Mi madre dice: “Los niños en su inocencia vivían en una realidad paralela, donde eran ignorantes de hechos y circunstancias reales, pero aun así formaban parte de su vida, una vez que fueron creciendo fueron siendo capaces de atar cabos e irse dando cuenta de lo que fueron parte. Por mi parte, existía un encubrimiento tal que que hasta bastante grande (12 años) recién supe como era mi verdadera historia, por un miedo entendible, por la necesidad de seguridad y protección, me crié en una vida llena de misterios, con recuerdos inventados, con vivencias omitidas, con una niñez de fantasía, donde se evitaba hablar de ciertos temas y donde hacer preguntas no era una opción. Una vida que aunque muchos de sus pasajes no eran reales, aun siguen siendo parte de mi memoria, una mezcla entre realidad y ficción forzada, una memoria que fue construida y reconstruida, una historia que ahora de adulta me voy re-contando acerca de mi propia historia”. Es así, como en una sola vida se irían formando vidas paralelas, siendo personajes de una historia que no vivieron en conciencia, pero la vivieron igual. Como la ficción y la verdad se entremezclan en las propias vidas de muchas personas que vivieron en dictadura, de las personas que cambiaron sus nombres para protegerse o proteger a otros, de cómo terminarían en otros países viviendo otras vidas y tejiendo otras historias muchas veces paralelas a las historias que se estaban contando dentro de sus propias familias. “Poco después Magali arrendó la casa en Maipú y se fue a vivir allí con las niñas. Era la mejor manera de protegerlas, lejos de todo, lejos del mundo. Roberto, en tanto, corría riesgos, pero cambiaba de apariencia constantemente. A comienzos de 1984 convenció a su cuñado Raúl para que se fuera y le dejara su identidad. Raúl salió de Chile por la cordillera, a Mendoza, sin un plan definido, pero con algo de dinero para comenzar una vida nueva.” (Formas de volver a casa, Alejandro Zambra)

A partir de esto, la novela nos hace de alguna forma entender lo que era crecer en ese periodo, en la dictadura, especialmente acercarnos a lo que se sentía ser niño y hacer una conexión de cómo a nosotros hasta ahora se nos ha enseñado esta época. Debido al internet ahora podemos encontrar toda información que queramos sobre cualquier cosa, pero antes todo se contaba cara a cara, por lo que el miedo a exponerse hacía que mucha gente mintiera sobre sus vivencias y sus pensamientos, con tal de no pasar a llevar las posturas e ideales impuestos por el gobierno. Ser niño y no entender que está a tu alrededor puede ser bastante común, y como se puede ver en el tercer capítulo de la obra hay muchas cosas que se entienden mucho después de cuando las vives. 

Finalmente, aunque sea nuestra propia vida no sabemos qué parte de la historia es la que nos estamos contando, cuál es la que nos contaron y qué es lo que realmente sucedió. La memoria es frágil y susceptible, los vacíos se llenan con fantasías y se mezclan con realidades, a veces hay muchas “Formas de volver a casa”.




Fuentes: file:///C:/Users/hp/Downloads/Llenar%20el%20vac%C3%ADo.pdf


Formas de volver a Casa y los niños de dictadura


por Victoria Maldonado U.


Somos muchos los que, dentro de la inocencia, percibimos conceptos, hitos y personas de una manera muy distinta a los más grandes. Hay algo, eso sí, que quizás adelantó el choque de madurez a estos últimos. ¿Será que se les contó mucho o muy poco al respecto del país durante el régimen militar de Pinochet? 


La obra Formas de volver a Casa, del autor chileno Alejandro Zambra, nos muestra mediante una metaficción la perspectiva de un pequeño durante los años en dictadura chilena (1973-1990). Hay partes por aquí y por allá que nos lleva a esos infantiles años de esperanza (también ignorancia en un sentido) y risas, pero con golpes de realidad no menores (como cuando el protagonista dice: “La novela es la novela de los padres, pensé entonces, pienso ahora. (…) Mientras los adultos mataban o eran muertos, nosotros hacíamos dibujos en un rincón. Mientras el país se caía a pedazos nosotros aprendíamos a hablar, a caminar, a doblar las servilletas en forma de barcos, de aviones. Mientras la novela sucedía, nosotros jugábamos a escondernos, a desaparecer.”)

 

Son estos momentos de claridad y astucia, que hacen de la obra una excelente forma para acercarse a lo que significaba ser niño en la época. Es doloroso pero gracioso, con cosas que recuerdo hasta a mi propia tía decir: “En cuanto a Pinochet, para mí era un personaje de la televisión que conducía un programa sin horario fijo, y lo odiaba por eso, por las aburridas cadenas nacionales que interrumpían la programación en las mejores partes.

¿Será que a estos niños se les obligó a crecer más rápido, gracias al dolor, al miedo de los padres, o a la desconfianza en el otro?

No puedo evitar pensar en mi madre, que hasta el día de hoy -en democracia- sigue atemorizada por manifestaciones, por militares o sucesos específicos. Puede que la dictadura haya terminado hace muchos años, pero las heridas siguen frescas en la actualidad, y pocos se atreven a buscar una solución.

Estos niños crearon una realidad bajo la dictadura, quizás muy alejados (o muy cerca) de las verdaderas caras de éste. Pero lo que todos comparten son la presencia militar en la calle, el llegar a casa antes de las 18:00, el evitar invitar a personas más desconocidas al hogar, etc.

Estos aparentemente “pequeños” recuerdos construyeron a nuestros padres de una forma distinta a las siguientes generaciones: unas más libres, sin miedo a expresar lo que piensan, más diversas, más diferentes. Hay muchos que aceptan a sus hijos de esta forma, mientras que otros no tanto, por el miedo a lo que le harán.

Este sentimiento pudo haberse apaciguado durante un tiempo, pero aumentó específicamente durante del estallido social. La represión, la violencia, los discursos hicieron recordar a los padres que la democracia es sensible después de todo, y que los miedos que se han trabajado por superar pueden volver a atormentarte de un instante a otro. Y por ello ¿cómo reaccionaron? Con miedo.


Recuerdo ver a mi madre con mucho temor viendo la televisión cuando volvían a decretar toque de queda, o también cuando más de una vez me pidió que no fuera a manifestarme porque no era seguro. Yo siempre le dije que yo no haría nada malo y me iría apenas las cosas se pusieran peligrosas, a lo que me respondía que: “yo sé que tú actuarás correctamente, pero no puedo esperar lo mismo de los otros”. 

Hubo momentos, eso sí, que fueron agridulces, como la “marcha del millón” (25 de Octubre del año 2019). Por primera vez en ese mes vi a mi madre empoderada, pero ante el mínimo disturbio o ruido fuerte saltaba y nos pedía que nos fuéramos (a lo que yo le decía que no pasaría nada). Desde ese momento me di cuenta que quizás la dictadura sí deja secuelas que no sólo son de los padres, sino que se transmiten a los hijos inconscientemente. 


Hay pequeñas y distintas frases que se quedan con uno (como también lo menciona el autor en la obra), que lo llevan a distintas épocas de la niñez manchada por sucesos vividos, pero éstas nos ayudan a recordar, a recordar que los sufrimientos pueden ser motivo de lucha, y que la niñez siempre nos servirá y nos protegerá de alguna forma u otra.




















Fuentes:

-  Zambra, A. (2011). Formas de Volver a Casa (8.a ed.). Anagrama. 

http://www.secst.cl/colegio-online/docs/26032020_943am_5e7ccda80ae6f.pdf 


- Centro Gabriela Mistral. (s. f.). Infancia/dictadura: testigos y actores (1973–1990). GAM. Recuperado 12 de octubre de 2021, de 

https://gam.cl/exposiciones/infancia-dictadura-testigos-y-actores-1973-1990/ 






miércoles, 6 de octubre de 2021

Charly García: La trascendencia del rock en dictadura

Tras el sexto golpe de Estado en Argentina en 1976, se instaló una dictadura cívico- militar bajo el gobierno del comandante Jorge Rafael Videla. Además del asesinato y tortura de miles de personas, esta dictadura se caracterizó por una fuerte represión de los argentinos en distintos ámbitos de su vida. 

Una de las estrategias de represión y adoctrinamiento más utilizadas fue la manipulación de los medios y la cultura. Así, el arte, que se reconoce por tener un rol social muy importante, no fue una excepción. La música que expresaba ideas contrarias al discurso militar fue completamente censurada. En 1982 surgió un nuevo enemigo para Argentina: Inglaterra. Luego de declararle la guerra a este país, el gobierno argentino decidió censurar la música anglosajona. Tras esto, los jóvenes tuvieron que buscar refugio en la música nacional, especialmente en el rock, lo que le dio más visibilidad e importancia. Contrario a lo que pensaba el General Galtieri al imponer esta medida, los artistas no apoyaron los discursos del gobierno, en cambio, sirvieron como resistencia. Los artistas buscaron formas distintas de expresar su disentimiento con la dictadura y promover la oposición. Los conciertos, como el Festival del Amor de 1977, también tuvieron un rol muy importante de resistencia, manifestación y masificación en esa época. 


En medio de todo esto, surgió uno de los artistas más influyentes del rock que no le dio la espalda a la situación social y que generó controversia por esto mismo: Charly García. Todos lo reconocemos por sus increíbles composiciones o por su distintivo bigote bicolor. A pesar de la censura que existía, Charly encontró la forma de hablar de temas políticos en sus canciones a través de metáforas y mensajes codificados. Este reconocido artista pasó por diversos grupos musicales. Entre los más distinguidos está Serú Girán, que formó en 1978 junto a David Lebón, Pedro Aznar, y Oscar Moro. El álbum “La grasa de las capitales”
es el segundo de la banda, y fue publicado en 1979. En la portada del álbum se muestra una imagen de los miembros del grupo con distintos titulares, parodiando a la revista argentina “Gente”. Esta revista ensombrecía la importante situación política con noticias superficiales, como los chismes y rumores de celebridades. Al igual que la portada, la canción nombrada igual que el álbum se caracteriza por la visión política que entrega, pero de manera indirecta debido a la censura.
"¿Qué importan ya tus ideales?
¿Qué importa tu canción?
La grasa de las capitales cubre tu corazón".

Se entiende a “la grasa” como una capa sucia que cubre algo, que no deja ver lo que hay detrás. Esta es una metáfora a la censura vivida en la época. Ya no importaban los principios ni valores de la gente, todo estaba ensombrecido y ocultado por el gobierno. Ni siquiera las opiniones podían salir a la luz, todas eran reemplazadas por una sola ideología, esta "grasa". También se puede entender como una crítica a aquellos que ignoran la problemática social dándole más importancia a otras cosas, tal como lo hacía la revista “Gente”:

Con esas chicas bien decoradas.

Con esas viejas todas quemadas.

Gente re-vista, gente careta”.

La canción termina diciendo: “No transes más”, una llamada a dejar de engañar y estafar a la gente poniendole ideas erróneas en la cabeza. Y por último: “La grasa de las capitales no se banca más”, dando a entender que ya no se tolera más el individualismo, el capitalismo, y sobre todo la ambición que tanto caracterizó a ese periodo. 


La Máquina de Hacer Pájaros fue otra de las bandas en las que participó Charly García. Aunque fue menos conocida, el aporte que dejó no fue menos importante. En la portada del álbum “Películas”, publicado en 1977 se menciona a la película “Trama macabra” de Alfred Hitchcock, que presenta temas también experienciados durante la dictadura, como asesinatos y secuestros. Además, se muestra a un hombre no vidente, metaforizando a aquellos que le daban la espalda a la situación política, el mismo tema del que se habla en “La grasa de las capitales”. La quinta canción de este álbum, “Hipercandombe”, representa el miedo, la desconfianza y la paranoia que se vivía. No era seguro salir y el miedo a ser detenidos era cada vez más grande.

"Cuando la noche te hace desconfiar

Yendo por el lado del río

La paranoia es quizás

Nuestro peor enemigo."

Los artistas de rock tenían generalmente el pelo largo, algo que era razón suficiente para ser llevados detenidos. Es por esto que su inseguridad y desconfianza al salir a la calle era mayor. No se podían expresar como ellos querían ni siquiera a través de su propio cuerpo:

“Cubrís tu cara y tu pelo también

Como si tuvieras frío

Pero en realidad

Te querés escapar de algún lío”

Charly expresa su desesperanza y pesimismo respecto a la situación vivida a nivel país. Ya no quiere estar ahí, no hay nada bueno que le traiga satisfacción.

No quiero más

No hay esperanzas en la ciudad”

Ese “No quiero más” nos llega al alma como un grito de alguien pidiendo ayuda desesperadamente. 



Personalmente, creo que Charly García es uno de los mejores músicos de la historia, y no sólo a nivel latinoamericano, también a nivel mundial. Su valentía al visibilizar los problemas vividos durante la dictadura lo convierten en un símbolo de resistencia. Su experimentación musical, la complejidad de sus composiciones y la profundidad de sus letras hacen que Charly García sea una figura que sin duda jamás se olvidará.

 
Por Elisa Fuentes


Fuentes: 
- Favoretto, M. (2014). La dictadura argentina y el rock: enemigos íntimos. Resonancias18, 69–87. http://resonancias.uc.cl/images/articulos_N34/N34/PDF_cada_articulo/Mara_Favoretto.pdf
Calvo, G. (2019, 24 marzo). A 43 años del último Golpe de Estado: un repaso por la obra de Charly García en tiempos de dictadura. Infobae. https://www.infobae.com/teleshow/infoshow/2019/03/24/a-43-anos-del-ultimo-golpe-de-estado-un-repaso-por-la-obra-de-charly-garcia-en-tiempos-de-dictadura/

Memoria y ficción en Formas de volver a casa

 por Amalia Barros 

“Lo que se adhiere a la memoria son esos pequeños fragmentos extraños que no tienen principio ni fin”
Tim O´Brien

La palabra “recordar” viene del latín recordis que significa volver a pasar por el corazón. Esto es justamente lo que hace el protagonista-narrador de Formas de volver a casa cuando decide plasmar por escrito parte de su infancia y adolescencia: la historia de los personajes secundarios de la gran historia del país, aquellos que mientras sucedía el tiempo al que alude la novela; la dictadura militar, aprendían a hablar, a caminar, a doblar las servilletas en forma de barco, de aviones (Zambra, 2011, página 56). La historia del narrador está teñida por la sombra de esa dictadura: el mundo se estaba cayendo a pedazos, por lo que los niños no eran tan importantes y pasaban a un lugar secundario. Escribir surge entonces como una necesidad de esclarecer este pasado difuso en donde la palabra es una linterna que ilumina los rincones olvidados de la memoria, es la que la que colorea las fotos. Sin embargo, la novela que escribe el protagonista es una ficción que se entremezcla con la realidad: “Por eso mentimos tanto, al final. Por eso un libro es siempre el reverso de otro libro inmenso y raro. Un libro ilegible y genuino que traducimos, que traicionamos por el hábito de una prosa pasable” (Zambra, 2011, página 151). En el fondo, lo que recordamos son ruidos, olores, fragmentos inconexos, pero para plasmar todo esto en una experiencia estética debemos alejarnos un poco de la exactitud y traicionar las manchas de la memoria; reconstruirla. “La memoria […]deshace y rehace los nudos de la historia para ensayar otro modo de comprensión” (Torre, 2015). Al protagonista le gusta esa historia inacabada, ese no terminar nunca la novela y estar siempre escribiendo, pues solo así puede formar un claro en un bosque lleno de recuerdos y fantasías. Necesita la palabra para poder habitar y permanecer en ese espacio de lucidez. 

A la dificultad de intentar reconstruir lo sucedido se le suma las necesidades emocionales del protagonista, ya que escribir esta novela es una forma de sanar sus heridas, de reconciliarse con su historia, de reconciliarse con lo que pasó (y lo que no pasó), por lo tanto el ejercicio de reconstruir los acontecimientos es secundario al hecho de rehacer el camino emocional recorrido 
En Formas de volver a casa la línea que existe entre la ficción y la realidad siempre es difusa “Me paso el tiempo pensando en Claudia como si existiera, como si hubiera existido” (Zambra, 2011, página 53). Después de poner en duda la existencia del personaje principal de su novela, el protagonista le dice a Eme, su exnovia: “Estoy escribiendo sobre ti, la protagonista tiene mucho de ti […]” (Zambra, 2011, página 63). Si realmente Claudia nunca existió, ¿por qué le cuesta tanto al protagonista escribir la novela? ¿por qué la siente tan cerca? ¿cuánto de Eme tiene Claudia? ¿Existe realmente la línea entre ficción y realidad? Según Zambra, “lo ficcional y lo verdadero se entremezclan, como en toda novela. […] Pero para decir lo que quería decir necesitaba entremezclar esos niveles diversos, esa especie de doble origen que lo inunda todo” (Zambra, 2011). La mezcla de esos dos niveles narrativos le permite crear a Zambra un entramado de verdad, a la cual no se puede acceder si no se hace desde la palabra poética que hace de puente y que no atrapa necesariamente un acontecimiento comprobable, solo lo rodea.
Zambra tensa el permanente complejo vínculo entre ficción y realidad de la escritura autobiográfica, dando pistas al lector de la condición de artilugio de la escritura misma, pero a la vez ratificando su valor como única posibilidad de contar honestamente la propia vida. 
El protagonista necesita de la ficción para poder establecer un nexo entre la memoria colectiva (un país cayéndose a pedazos, en plena dictadura) y su propia memoria (una infancia tranquila y al margen de la contingencia). La ficción literaria es necesaria para darle sentido a su presente y a su vida. 


Bibliografía 
- Zambra, Alejandro (2011). Formas de volver a casa. Anagrama 
- Torre, María Elena (2015). Recordar para entender (sobre Formas de volver a casa de Alejandro Zambra)
- Zambra, Alejandro (2011). Formas de volver a casa, de Alejandro Zambra/ Entrevistado por Gabriel Zanetti. Revista Lecturas.
- Martínez, Gema (2013). La metaficción en Formas de volver a casa: posibilidad e imposibilidad de narrar el recuerdo 

  Desconocerse para conocerse mediante la escritura Y a veces, al escribir, limpiamos todo, como si de ese modo avanzáramos hacia algún lado...